sábado, 8 de octubre de 2011

Un extravagante dedócrata (II)
    
                                   Dr. Abraham Gómez  R.
El designio Totalitario
de conquista global y de dominación
total ha sido el escape destructivo a todos
los callejones sin salida. Su victoria puede
coincidir con la destrucción de la Humanidad;
donde ha dominado comenzó por destruir la
esencia del hombre.
HANNAH ARENDT. Los Orígenes del Totalitarismo. (1951)

La progresividad en beneficio de los ciudadanos que han adquirido hoy en el mundo los Derechos Humanos
ninguna valoración recibe de  quienes detentan el gobierno en nuestro país. Qué desvergüenza cuando los vemos marginar el carácter civilizatorio que de suyo comporta en esta etapa contemporánea el ejercicio de los poderes públicos.
Con la recurrente actitud  de displicencia al decir "porque somos la mayoría, hacemos los que nos da la gana". Sin el menor recato o moderación para enaltecer la civilidad los copartidarios del régimen traspiran una expresa y espesa manifestación regresiva a lo tribal para la reimposición de hecho, mediante la fuerza, de todos aquéllos enjambres teoréticos probados y rechazados, y de consecuencias fatalistas para la humanidad.
Es una regurgitada narrativa de marca hegeliana que quieren hacerla abarcativa para lograr totalizar los comportamientos de  los seres humanos. Donde la persona se obliga a renunciar a su condición individual (que no individualista) y sumarse a las normativas arregladas para el Todo. Siendo ese, entonces, un requisito para lograr su reconocimiento social. Fuera del grupo-masa las individualidades no son nada. No hay singularidad que valga. Esas son las ominosas claves socio-políticas que pretender hacer pronunciar en nuestro país, que intrínsecamente tiene una cultura democrática casi que  “cromosómica”.
Es la imposición forzosa del nosotros-anónimo.
La actuación de un  redil que está dispuesto a hablar sólo cuando se le ordene y actuar según la línea que reciba.
Asumamos, definitivamente que somos seres existentes en la medida en que nos despleguemos libremente para crear ideas, significaciones, sensibilidades, materialidades. No somos entes cosificados.  Además, entendamos a conciencia que  lo que el “dedo rector” señala desde el oficialismo,  no es socialismo conforme a la doctrina ideológica, axiológica,  política y programática que practican en varios países, con resultados satisfactorios. Los Estados nórdicos nos dan enjundiosas lecciones al respecto. En Noruega, Finlandia, Suecia etc., nos  pueden instruir  cómo desarrollar las implicaciones del socialismo  al tiempo que se valora y respeta la condición del ciudadano, su potencial creativo particular. Cómo aplicar socialismo en las distintas políticas sociales (sobretodo en el reparto de la riqueza), pero estimulando la propiedad privada, como factor generador de beneficios.
La característica de Estado democrático y social de Derecho y de Justicia no conduce lineal y maquinalmente a un Estado socialista bolivariano (?), menos aun si el asidero jurídico con el tejen su añagaza para sostener esta tesis es la sentencia 85 del Tribunal Supremo de Justicia, del 24 de Enero de 2002: "No es que el Estado social de Derecho propenda a un Estado socialista o no respete la libertad de empresa o el derecho de propiedad, sino que es un Estado que protege a los habitantes del país de la explotación desproporcionada, lo que se logra impidiendo o mitigando prácticas que atentan contra la justa distribución de la riqueza...", omissis.
Basta la anterior decisión del T.S.J para percatarnos de que la torcida aspiración del gobierno apunta más a conformar, como en efecto lo ha venido haciendo, un deleznable capitalismo de Estado, a través del cual la población venezolana quede arredrada a los caprichos de quien se arroga superioridad en todo. Es tal el  desquiciamiento que como no pudieron reformar la Constitución optaron por ponerla a un lado, para facilitar que la figura de un Yo absoluto pudiera erigirse, por encima de la estructura estatal y de las instituciones. Con esas manifestaciones se sigue fracturando la unidad nacional y societal. Los continuos llamados a “repolitizar y a repolarizar” todo  tendrán como lamentable consecuencia  a una sociedad resquebrajada en su esencia. Las directrices son impartidas por el mandamás, por quien se cree ungido y predestinado por la Providencia para los actos de salvación de la humanidad. Tienen en la Venezuela de hoy suficiente material de estudio los avezados investigadores de las conductas psicopáticas de los seres humanos, y los historiadores la ocasión de hurgar en documentos para establecer las copiosas analogías con las distintas circunstancias temporo-espaciales que ha vivido la humanidad y de manera específica Venezuela en su vida republicana.

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