domingo, 18 de diciembre de 2016




ARRUGA DIPLOMÁTICA
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

En la controversia con Guyana, por la Zona del Esequibo nos hemos encontrado con todo: casos inimaginables, posiciones contradictorias al momento de asumir la  absoluta defensa de los intereses del Estado venezolano, silencios cómplices, declaraciones destempladas o extemporáneas, elogiosas frases al contrincante en escenarios internacionales, permisividades –por acción u omisión—para la explotación de recursos en la zona.
Las decisiones que de entrada lucen inverosímiles o extravagantes cobran fuerza y vigencia. Un enjambre de cosas que nos hemos visto obligados a estudiar y analizarlas.
 Ya no nos asombran tales desmanes en Política Exterior, pero sí nos preocupa la fragilidad que exhibimos ante las demás naciones del mundo.
La determinación, sobre este asunto, que acaba de dar el saliente Secretario General de la ONU se carga en esa cuenta de perplejidades, y parece devolver los reclamos casi que a punto cero.
Ban ki-moon, en uno de esos malabarismos discursivos, como para quedar bien con las partes en litigio: Venezuela-Guyana, extendió  otro plazo, corrió la arruga, para que sólo a partir del último día del próximo año se habilite alguna probable salida por la vía del Tribunal Internacional de Justicia, con la finalidad de dirimir el histórico reclamo.
Dicho de otra manera, se reactivó, para todo este venidero año 2017, la figura del Buen Oficiante, contemplada en el Acuerdo de Ginebra de 1966, hecho que generó plena satisfacción en la cancillería nuestra, no así en la guyanesa.
 En reiteradas ocasiones, y en distintos eventos y circunstancias, el actual presidente guyanés, David Granger ha sostenido determinantemente  que la figura del Buen Oficiante ha constituido una perdedera de tiempo y no se ha visto que evolucione el discernimiento con resultados satisfactorios para ninguna de las dos partes en controversia.
El gobierno, en nombre del Estado venezolano, recientemente había entregado  al nuevo  designado Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, la responsabilidad de buscar una persona que asuma como mediador.
Digámoslo directamente y  con sinceridad: tal dispositivo ha venido practicándose, sin concreciones  desde 1989.
Una vez más preguntamos: por qué los representantes diplomáticos nuestros, que actúan desde la cancillería, evaden la vía jurídica, en tanto salida a la contención que sostenemos contra Guyana por la Zona del Esequibo.
Estemos desde ahora atentos a lo siguiente: finalizado el año 2017,  el Secretario General de la ONU procederá a examinar, discrecionalmente, hasta qué punto avanzó de manera significativa la búsqueda de solución al conflicto. Aquí nos mostramos pesimistas, por cuanto Guyana, y su gobierno, no prestarán cooperación alguna para que las conversaciones alcancen un ritmo prometedor de resolución


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