ARRUGA DIPLOMÁTICA
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
En la controversia con Guyana, por la Zona del Esequibo nos
hemos encontrado con todo: casos inimaginables, posiciones contradictorias al
momento de asumir la absoluta defensa de
los intereses del Estado venezolano, silencios cómplices, declaraciones
destempladas o extemporáneas, elogiosas frases al contrincante en escenarios
internacionales, permisividades –por acción u omisión—para la explotación de
recursos en la zona.
Las decisiones que de entrada lucen inverosímiles o
extravagantes cobran fuerza y vigencia. Un enjambre de cosas que nos hemos
visto obligados a estudiar y analizarlas.
Ya no nos asombran
tales desmanes en Política Exterior, pero sí nos preocupa la fragilidad que
exhibimos ante las demás naciones del mundo.
La determinación, sobre este asunto, que acaba de dar el
saliente Secretario General de la ONU se carga en esa cuenta de perplejidades,
y parece devolver los reclamos casi que a punto cero.
Ban ki-moon, en uno de esos malabarismos discursivos, como
para quedar bien con las partes en litigio: Venezuela-Guyana, extendió otro plazo, corrió la arruga, para que sólo a
partir del último día del próximo año se habilite alguna probable salida por la
vía del Tribunal Internacional de Justicia, con la finalidad de dirimir el
histórico reclamo.
Dicho de otra manera, se reactivó, para todo este venidero año
2017, la figura del Buen Oficiante, contemplada en el Acuerdo de Ginebra de
1966, hecho que generó plena satisfacción en la cancillería nuestra, no así en
la guyanesa.
En reiteradas
ocasiones, y en distintos eventos y circunstancias, el actual presidente
guyanés, David Granger ha sostenido determinantemente que la figura del Buen Oficiante ha
constituido una perdedera de tiempo y no se ha visto que evolucione el
discernimiento con resultados satisfactorios para ninguna de las dos partes en controversia.
El gobierno, en nombre del Estado venezolano, recientemente
había entregado al nuevo designado Secretario General de la ONU,
Antonio Guterres, la responsabilidad de buscar una persona que asuma como
mediador.
Digámoslo directamente y con sinceridad: tal dispositivo ha venido
practicándose, sin concreciones desde
1989.
Una vez más preguntamos: por qué los representantes
diplomáticos nuestros, que actúan desde la cancillería, evaden la vía jurídica,
en tanto salida a la contención que sostenemos contra Guyana por la Zona del
Esequibo.
Estemos desde ahora atentos a lo siguiente: finalizado el año
2017, el Secretario General de la ONU procederá
a examinar, discrecionalmente, hasta qué punto avanzó de manera significativa
la búsqueda de solución al conflicto. Aquí nos mostramos pesimistas, por cuanto
Guyana, y su gobierno, no prestarán cooperación alguna para que las
conversaciones alcancen un ritmo prometedor de resolución
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