¿Nos
amenaza con hacerse dictador?
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Tenemos la sensación que quienes dominan, desde el oficialismo,
la vocería con la cual intentan comunicar algo cada vez están más embardunados
en sus propias ignorancias.
Los escuchamos y se vuelven ininteligibles e impronunciables.
Acaso no le parece a usted, que en el inefable discurso
presidencial prevalece un clima que lo enreda todo.
Las palabras comunes con las que quisiéramos interpretar o
aproximar lo que nos dicen, por lo menos para irlas llamando por sus nombres,
se han vuelto vacías. O en el peor de los casos, dichas sin el menor recato por
las contundencias que tales vocablos adquirieron en la historia de la
humanidad. Hablar de dictador y de dictadura, en este tramo civilizatorio, no
es poca cosa.
La retórica
oficializada tuerce los significados y nos los quiere pasar de contrabando
lingüístico, para hacerlos saber distintos. Por eso los enunciados en su
mayoría son falsos.
Nos queda la sensación
de que hay que aprender de nuevo: a pensar y a escribir. Pareciera que las
respuestas no siguen a las preguntas, el saber no sigue a la duda y las
soluciones no siguen a los problemas.
El presidente de la República acaba de apelar abusivamente
del término dictador para autocalificarse como tal. Todavía no asimilamos si
hubo ¿ingenuidad o intención marcada?
El uso indiscriminado
de los vocablos no sería tan grave si éstos no fueran instrumentos para llegar
a conocer, analizar e interpretar la realidad. Los significados de las palabras
son senderos abiertos para aprehender el mundo. Y si una palabra es acuñada de
mala fe, en un texto o contexto, constituye un camino oculto o riesgoso.
La condición de dictador se adquiere más por temor de la
población que por inteligencia de quien dice ostentarla. Y hasta donde hemos visto,
quien está por traumáticas circunstancia de la vida, en la presidencia de la
República “no tiene mucha sal en la mollera”; tal vez por eso asoma, como mascarón
de proa, que se va a hacer “dictador” ( la dejó caer), para así solucionar la
crisis del país.
Las características esenciales de la dictadura autoritaria, a
la que aspira el Sr. Maduro carece de una ideología suficientemente teorizada; Les
sobra el ensalzamiento al dictador de forma meramente propagandística; además, no
busca el apoyo de las masas, sino someterlas, por sus necesidades.
Una dictadura de este
talante tiene como meta última, no realizar grandes cambios en la sociedad,
sino únicamente imponer su poder sobre la misma.
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