domingo, 20 de octubre de 2019



Universidad: síntesis de libertades
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la lengua
abrahamgom@gmail.com

Confieso el inmenso agrado que siento cada vez que  seleccionamos el tópico universitario para nuestras reflexiones, de cualquier aspecto de nuestra admirada institución.

Reconocemos que la Universidad, algunas veces, se nos presenta  esclerosada; pero, también elogiamos que la universidad sigue siendo un exquisito espacio societal donde se  crean, re-crean, preservan, difunden y legitiman los conocimientos.

La universidad venezolana, la que promueve y permite el disenso y el pensamiento critico,  ha resistido los embates desde diversos lados. Adversarios internos y bastantes que le disparan desde afuera.
Nuestra Universidad ha soportado las trapacerías  que las mentalidades obtusas y retrògradas han hecho ( y aún insisten) para que desaparezcan   estas casas de Estudios Superiores. 
Han declarado:"muerte a la inteligencia"; aquella infeliz expresión del general Millàn Astray, enfrentado al rector Unamuno, en la Universidad de Salamanca.  

Otros, no pocos, apelan a los ardides más inimaginables para intentar “arrodillarla. 
Los totalitaristas  creen que colocando la Universidad en condición abyecta  responderla, de mejor manera, a sus específicos intereses ideológicos. 

La universidad por su pura y clásica definición jamás estará al servicio caprichoso de parcelas y menos hará juegos a conveniencias individualistas. 

Con toda seguridad, en la fortaleza de principios  de la Universidad estriba su fama bien ganada de irreverente, protestaria y crítica. En permanente ebullición de ideas.

Sépase que así la queremos y necesitamos. Que nuestra disposición para defenderla  siempre es irreductible e indoblegable.  
Somos creaturas de la Universidad que mantiene incólume sus exquisitos escenarios para las constantes y respetuosas  confrontaciones plurales. 
Ha sido el propio carácter critico, que la Universidad  genera y propicia,  los que nos motiva a repensarla, sin descanso; a debatir lo que ha venido  siendo y cómo debería ser. Con la severa advertencia de no  incurrir en el artificio contrario de  querer modelarla según nuestras egolatrías; o pretender  cerrarle sus disímiles miradas y apocar sus horizontes. 

Nuestra posibilidad  académica apunta en otro sentido: resensibilizar, desde adentro, para que se desplieguen  serias actividades de transformación. No es poca cosa. Lo sabemos. Hay demasiados asuntos álgidos  a lo interno, que respaldan  los conservadurismos o por lo menos “reman en dirección contraria” en estos tiempos de cambios acelerados.

En el presente tramo epocal muchas veces las opciones tecnológicas  llevan un ritmo màs rápido para alcanzar   las causas de los hechos, que superan los rituales tradicionales  de enseñanzas-aprendizajes y a los contenidos de las matrices curriculares, en nuestras universidades.

Frente a la descripción anterior, asumamos una actitud autocrítica. Empecemos por reconocer que estamos obligados a salir de este atolladero. Que  a nadie se le ocurra que la solución, en lo inmediato, es nombrar una comisión de reforma universitaria. De lo que se trata es de  Transformar;  que es adentrarnos mucho más allá de las formas. 
Transformar, con libertad y autenticidad. Vamos a exponerlo con las palabras de este distinguido investigador social venezolano, Alex Fergusson: “La institución universitaria tiene, entonces, la responsabilidad de incitar a tener una visión crítica sobre sus propias misiones y las relaciones de ésta con la sociedad. Por consiguiente,, también tiene la responsabilidad de desarrollar la reflexión crítica y de garantizar una autonomía de pensamiento…..es, sin duda alguna, el sentido que   debe darse hoy a la libertad académica y científica”. 

Hay que dejar atrás  (decimos nosotros en añadidura) suficientemente lejos a tantos que han vegetado (y  han medrado) por años en las universidades. A esa gente que  jamás se han atrevido a propiciar nada que vaya a contracorriente de lo estandarizado. Debemos desplazar a quienes se dicen capitostes de la Universidad; que engulleron  lo que alguna vez fue legitimado; pero que ya tales esquemas se  ha vuelto  disfuncionales e  impracticables.
Hay que abrir las miradas para comprender y aprehender  que hoy  estamos inmersos en una sociedad que valora intensamente las múltiples posibilidades generadoras de conocimientos: fuente sustantiva de sus propias realizaciones. Entendamos que en la actualidad las ignorancias tienen un alto precio. 
 Agreguemos a todo lo reflexionado, lo siguiente:  si la  intención es construir saberes;  entonces, que continúen anudados dos previsibles sustratos filosóficos  en los espacios universitarios: Pensamiento Crítico y Libertad. Ambos factores conjugados  no son   pecaminosos ni ingenuos. Por cuanto Pensamiento Crítico y Libertad conforman una síntesis intrínseca en y desde la universidad. Pensamiento Critico y Libertad  han hecho insumisa  a la Universidad,a lo  largo de la historia

miércoles, 19 de octubre de 2011



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