Guayana
Esequiba: incerteza de comparecer ante la Corte
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Miembro del Instituto de estudios
fronterizo de Venezuela (IDEFV)
Miembro de la ONG “Mi mapa de
Venezuela “
Asesor de la Fundación Venezuela
Esequiba
En los
constantes intercambios de opiniones y conjeturas que he venido haciendo en mis
intervenciones públicas, y en las conferencias en las universidades; pareciera,
según la apreciación de algunas personas, que es muy lejana la fecha – 08 de marzo del próximo año 2023-- concedido
por la Corte Internacional de Justicia a nuestro país, para que consignemos por
escrito el memorial de contestación a la demanda que nos interpuso la excolonia
británica.
La
experiencia nos señala que los lapsos para los arreglos de pleitos interestatales
conllevan implícitos sus propios ritmos y dinámicas. Nosotros ni aceleraremos
ni retrasaremos un proceso de tal naturaleza.
Lo que si considero y estamos seguros es que no tenemos tiempo que
desperdiciar. Contrariamente, hay que aprovechar al máximo todo cuanto esté a
nuestro alcance para reforzar los argumentos de probanza; obviamente, con la
siguiente condicionante: siempre y
cuando el Jefe de Estado determine – conforme al artículo 236, de la
Constitución Nacional—que la delegación venezolana asistirá a la cita jurídica
en ese Alto Tribunal de la ONU
En el marco
de una Política de Estado, que concite la solidaridad de todo el país; una vez
más, sugiero a nuestra Cancillería (recibidas las debidas instrucciones desde
la Presidencia de la República, en su condición de Jefe de Estado, porque es su
atribución constitucional) insistir en todo lo atinente a un Referendo
Consultivo, con dos o tres preguntas muy precisas; considerando que es una
materia de especial trascendencia, conforme al artículo (73) de nuestra Carta
Magna; con lo cual se logra aglutinar a todo el país en torno tan histórico
objetivo.
A partir de
un Referendo Consultivo el pueblo venezolano se expresará libremente, y dirá si
está de acuerdo que vayamos a la sede del Alto Tribunal donde se dirime nuestra
contención y hagamos las alegaciones
que en justicia nos asisten.
Para que lo
tengamos presente, debo señalar, también, que cuando analizamos la Constitución
de la República Cooperativa de Guyana de 1980, nos conseguimos con la auto
asignación y la distribución político-territorial que ellos han establecido,
precisamente en la Guayana Esequiba, en flagrante violación del Acuerdo de
Ginebra del 17 de febrero de 1966. Asunto que estamos obligados a recomponer y reinstitucionalizar
una vez recuperada esa inmensa extensión territorial que nos despojaron con añagaza
y vileza.
En atención
con lo señalado arriba, los gobiernos guyaneses – de manera ilegal y
atrabiliaria-- delimitaron la Zona en Reclamación; haciendo denominaciones a
tal contexto geográfico según su conveniencia. Así entonces, nos encontramos con
las regiones: Guainía-Baruma, Poomeron-Supenam, Cuyuní-Mazaruni,
Potaro-Siparuni, AltoTúkutu- Alto Esequibo. Dejamos sentado, sin embargo, que para
nosotros la única manera geohistórica de denominarla es Guayana Esequiba.
La
inocultable intención que tal vez están calculando en perspectiva, conforme al
Derecho Internacional Público, sería la invocación de Prescripción adquisitiva;
con la aviesa finalidad de transformar todos los actos de hecho, en que han
venido incurriendo, en resoluciones de derecho; o quizás, – ni remotamente-- que se produzca una decisión
jurídica, que tome en cuenta el Principio – ius cogens—de la libre
determinación de los pueblos.
Sépase que
poseemos respuestas densas, suficientes y a tiempo para cada una de los ardides
que pretenda practicar la contraparte en este asunto litigioso.
En la Zona en
Reclamación – nuestra indiscutida Guayana Esequiba-- hay asentadas importantes
ciudades, conglomerados de varios tipos y clases sociales; cuyo registro
censal, más reciente, arroja una población que sobrepasa las 300.000 personas,
incluyendo a las etnias Waiwai, Makushi, Arawakos, Akawayos, Saraos, Patamonas,
Caribes y Wapashi.
Con plena fe
que cuando recuperemos esa séptima parte de nuestra geografía venezolana, nos
corresponderá concretar mayor relacionamiento con todos esos grupos humanos,
porque también han sido nuestros compatriotas.
Por lo pronto
una debida y oportuna advertencia: el Estado venezolano debe ofrecer un trato
más igualitario y decoroso a los Esequibanos que viven en Tucupita, San Félix,
Ciudad Bolívar, Tumeremo, El Callao etc.
Reiteramos
una denuncia, por todos ya conocida, nos referimos a la negativa, desde hace muchos años, para instrumentar seriamente por parte del Estado
Venezolano un proceso de cedulación de
los Esequibanos. Es verdad que ha habido algunos esporádicos e inconsistentes asomos
en tal sentido, sin concretarse nada. Pura retórica.
Resulta
triste tener que reconocer que mientras reclamamos la Guayana Esequiba; por
otra parte, a los compatriotas que proceden de esa zona, que conviven aquí
entre nosotros, los ignoramos y negamos sus derechos.
Porque así lo
he percibido al visitar esa zona, por mi particular y propia experiencia puedo
mencionar que los Esequibanos que están residenciados en varias
ciudades venezolanas, aún conservan algunas tradiciones religiosas, medicinales,
experiencias innovadoras en cuanto al cultivo de la tierra y explotación piscícola,
creatividad en procesos de manufactureras, actividades gastronómicas,
metodologías educativas, en fin, técnicas productivas en general.
Preguntémonos.
Acaso no podemos nosotros aprovechar esos conocimientos; al tiempo que, en tal intercambio
de saberes, los compatriotas Esequibanos recibirían las necesarias asistencias
que refuercen el carácter identitario de la venezolanidad; con la intención de
que repliquen tales eventos hacia sus familiares, que aún viven en la Guayana
Esequiba.
Mientras
vamos acoplando tareas de estrechamiento social con los Esequibanos y el pleno
reconocimiento de sus derechos; en estos momentos, está gravitando -- en todas
partes del país-- la incerteza de que, si vamos a hacernos partes del juicio
abierto y en proceso, por ante la Corte Internacional de Justicia, a causa de
la Acción interpuesta, en contra nuestra, por Guyana, sin que ellos posean la
menor sustentación jurídica, histórica o cartográfica.
El 08 de
marzo de este año –recientemente-- los coagentes de la excolonia británica se
presentaron una vez más en el Alto Tribunal de La Haya y ratificaron todos y
cada uno de los elementos contentivos en su petitorio.
Cuyo
contenido se resume (y sintetiza) de la manera siguiente: ellos insisten en
pedirle a la CIJ que confirme la validez legal y efecto vinculante del Laudo
Arbitral de París, dictado el 3 de octubre de 1899, documento que siempre ha
sido considerado por Venezuela como írrito y nulo; dos adjetivaciones
calificativas adosadas desde sus orígenes.
Eso es todo
lo que –en esencia—piden a la mencionada Sala Juzgadora de la ONU.
Es que no tienen nada más que soporte tan
extravagante pretensión procesal; por cuanto, el citado Laudo – de ingrata
recordación—quedó desechado, cuando se firmó, el 17 de febrero de 1966, el Acuerdo
de Ginebra.
El citado
Laudo quedó inválido y sin eficacia jurídica; por lo que este litigio (contrario
a lo alegado por ellos) se encuentra en condición de imprejuzgado. La
contraparte se vuelve torpe al insistir con ese adefesio ante la Corte.
En lo que a
nosotros concierne,
otro elemento
a considerar es la fecha que nos ha fijado la Sala sentenciadora de la ONU, para
que nos hagamos presentes o invoquemos, una vez más, la no comparecencia en el
juicio. Vamos o no vamos. Aspecto que
debe determinarse cuanto antes, para saber a qué atenernos. En el supuesto que,
mediante decisión afirmativa del Jefe de Estado, nos dispongamos a hacernos
parte del juicio en La Haya, debemos –
con prontitud y diligentemente—conformar el más idóneo equipo
multidisciplinario, y preparar los alegatos de los verdaderos hechos y la
fundamentación de derecho que nos asiste.
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