Guayana
Esequiba: oportunidad para anudar lazos y no para desatar luchas
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Comisión de la Asamblea
Nacional por el Esequibo y la Soberanía Territorial
Miembro del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba
Mediante una
resolución datada el 14 de junio de este año, la Corte Internacional de Justicia
acaba de dar a conocer las correspondientes fechas para que las partes en
controversia presenten sus respectivas réplica y dúplica, según sea su propia
atribución.
Recibida y
admitida la determinación que pronunció la Sala, conforme a su Estatuto y
Reglamento, la delegación de la República Cooperativa de Guyana hará uso de la
plenaria el día 9 de diciembre de 2024 para argumentar contra el memorial de
contestación de la demanda que consignó la representación de nuestro país, en
abril pasado.
Así también,
el citado Ente Jurisdicente fijo el 11 de agosto de 2025 para que la delegación
venezolana comparezca a realizar su dúplica, con la finalidad de desmontar, con
nuestro incontrovertible acervo de probanza, el contenido falaz del malicioso
petitorio guyanés que no tiene el menor asidero histórico ni jurídico.
Nos
encontramos – por el mencionado hecho- en una interesante disyuntiva. Veamos.
Si obviamos
la convocatoria, y no nos presentamos en la señalada fase de pruebas cometemos el
gravísimo error de dejarle el campo solo al contendiente para que exponga todo
cuanto le parezca a su favor; por muy extravagante que luzca la forma y fondo de
su discurso.
Asimismo, debemos
estar apercibidos que el juicio que cursa en el Alto Tribunal de La Haya no se
paralizará por nuestra ausencia; inclusive, puede darse el caso que se dicte
sentencie (tal vez para finales del próximo año) sin que hayamos tenido la
oportunidad de explayar todo cuanto nos respalda, en nuestra defensa.
Recordemos, lo que contempla el artículo 53
del Estatuto de la Corte en ese particular:
“Cuando una de las partes no comparezca ante
la Corte, o se abstenga de defender su caso, la otra parte podrá pedir a la
Corte que decida a su favor.
Antes de dictar su decisión, la
Corte deberá asegurarse no sólo de que tiene competencia conforme a las
disposiciones de los Artículos 36 y 37, sino también de que la demanda está
bien fundada en cuanto a los hechos y al derecho”.
Ambas
condicionantes ya han sido superadas. Y específicamente, en relación con la jurisdicción
ya ese Cuerpo Juzgador se pronunció (con autoconferimiento el 20 de diciembre
de 2020) asumiendo la plena disposición jurisdiccional de la controversia, como
lo contempla el numeral 6 del artículo 36 de su Estatuto: “En caso de disputa en cuanto a si la Corte tiene o no jurisdicción, la
Corte decidirá”. Y la Corte decidió.
Por cierto,
que lo de la jurisdicción y competencia ha sido un tema que hemos escuchado
bastante por vocería de algunas personas que muy poco conocen los intersticios
del pleito.
Por lógica, viene a continuación la pregunta ¿Qué
nos queda, entonces? Encarar como ya lo hemos venido haciendo, con la
indiscutida condición de Asunto de Estado a esta
controversia; con lo cual aunamos a todo el país, en una sola voluntad
solidaria.
Asunto de Estado
que nos concita como Nación por encima de diferencias político-partidistas,
ideológicas, de interés electoral, religiosas, económicas, sociales, étnicas o
de cualquier otro modo de exclusión. Nos necesitamos todos.
Tengo la
seguridad que una inmensa mayoría de compatriotas venezolanos coincide conmigo
cuando expreso que lo peor que podemos hacer es desatar una innecesaria e
inconveniente confrontación política-partidista interna en nuestro país,
relacionada a la Guyana Esequiba, en este momento apremiante.
Precisamente,
ahora, cuando nos encontramos concernidos en un serio pleito jurídico, por ante
el Alto Tribunal de La Haya, por la séptima parte de la geografía venezolana
que nos arrebataron de manera alevosa y vil.
Hoy, más que
nunca, se hace imprescindible preservar la absoluta y compacta unidad de todos
los sectores de nuestra sociedad, sin excepciones.
La
confrontación electoral en que se debate, actualmente, el país es otra cosa.
Este asunto
litigioso requiere que dejemos a un costado cualquier mezquindad o retaliación.
Ya quedó
dicho. Hay que darle un tratamiento al caso de Política de Estado; con lo cual
quedan trascendidas las diferenciaciones por nimiedades; aunque estamos
conscientes que siempre conseguiremos algunas voces disidentes o inconformes.
Nuestra
restitución de la Guayana Esequiba constituye el objetivo de mayor interés en
las relaciones exteriores de la Nación venezolana, y la reclamación más antigua
entre Estados, en este continente.
Insisto en
señalar que debemos seguir reforzando la estructura del equipo de defensa, sin
recelos ni odiosas exclusiones. La amplia participación de todos. Digamos, la
eficiente conformación de un bloque patriótico y nacionalista compacto y
pétreo, para contrarrestar las acechanzas de la Parte que nos rivaliza, como
consecuencia de la Acción interpuesta en contra nuestra, por la excolonia
británica, en la Corte Internacional de Justicia.
He venido
haciendo una clara advertencia, por todo el país, en estos términos: sería
desastroso si nos peleamos internamente. Si cada quien cree que puede maniobrar
o sacar provecho para su parcela política-partidista. Lo digo, otra vez, para
que no haya equivocaciones: la contienda electoral que atravesamos es de otro
talante y naturaleza.