Guayana
Esequiba: Asunto de Estado y no acto de gobierno
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Fundación Venezuela
Esequiba
Miembro del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela
Asesor de la Comisión de la Asamblea
Nacional por el Esequibo y la Soberanía Territorial.
Cada vez que
leemos o escuchamos a algún funcionario del oficialismo declarar sobre el
asunto litigioso que tenemos presente le prestamos bastante atención, para
precisar su contenido, alcance e intencionalidad.
Nos
proponemos, adrede, a hacerle un análisis crítico a todo cuanto dice o escribe.
Idéntica
disposición la aplicamos cuando se trata de quienes representan a la oposición,
en cualquiera de sus tendencias.
¿Por qué lo hacemos? Para auscultar a cuenta
de qué exponen públicamente un caso tan álgido y sensible para la vida del
país; que como se ha admitido trasciende posiciones ideológicas, partiditas,
confesionales, económicas, sociales, étnicas; en fin, la Restitución a la que
aspiramos de tal extensión territorial está por encima de particularismos o
egos mal curados. Resulta inaceptable que este caso lo quieran manipular
electoralmente.
He mencionado
ya en reiteradas ocasiones que cometería un gravísimo error de lesa patria; al
propio tiempo, recibiría la repulsa
nacional quien crea que en la presente situación comicial en que nos
encontramos alguien que intente sacarle
provecho personal o político al caso in comento; por cuanto, resquebrajaría la
imprescindible unidad de criterios que estamos obligados a mantener frente a la
contraparte en el pleito, y ante la digna Corte Internacional de Justicia, donde cursa el juicio; además,
nos encontramos bajo la expectativa de las otras naciones del mundo.
Hay que saber diferenciar conceptual y
estructuralmente lo que son actos de gobierno y lo que verdaderamente
constituye un Asunto de Estado.
La controversia por la Guayana Esequiba,
ubicada como en efecto se encuentra en el plano jurisdiccional de tan Alto
Tribunal, nos impone distinguir las formas y fondos de los respectivos temas de
los discursos de campaña que procuran capitalizar el mayor número de adeptos y
prosélitos.
Tal
procedimiento debe quedar distante del sagrado tratamiento conferido al litigio
que atravesamos, en tanto materia supremamente delicada para la vida del país.
Asimismo,
debemos desterrar y descalificar --con todas nuestras fuerzas-- aquellas voces incitadoras
que insinúan una salida militarista o atrabiliaria para la resolución del
pleito interestatal con Guyana.
Han sido
reiteradas las conversaciones que he
sostenido con los directivos de las Academias, en las universidades del país;
en interesantes charlas con los integrantes de casi todas las ONG.s, cuyos
miembros siguen siendo reconocidos y
elogiables adalides en la defensa de nuestros derechos en la Guayana Esequiba.
Tenemos un
idéntico propósito de venezolanidad, por cuanto constituye un Asunto de Estado,
por encima de diferenciaciones odiosas.
Hemos
concitando una verdadera Unidad Nacional.
Sin embargo,
entre todos nosotros aflora una común y compartida inquietud, que se manifiesta
en interrogantes del tipo: ¿qué estrategia habrá diseñado la cancillería
venezolana para seguir enfrentando, con suficientes elementos probatorios, la
demanda que nos hizo Guyana; donde además pide que la CIJ sentencie a Venezuela
en ausencia?
Nos llama la
atención que siendo, como lo volvemos a mencionar, un Asunto de Estado haya
tanta opacidad y displicencia por parte de quienes desempeñan funciones
decisorias en nuestra cancillería.
Los
propósitos en la Política Exterior de Venezuela, por la reclamación de la
Guayana Esequiba, tienen que seguir con seriedad, y al amparo de una iniciativa
con las características que describen la fortaleza de una diplomacia abierta,
para que avance de manera franca a los ojos de la opinión del colectivo; que la
gente participe y dé sus consideraciones.
Entendemos
que no todo deba debatirse a luz
pública. Obviamente hay estrategias que no se pueden revelar; sin embargo,
admitida la “Diplomacia Abierta”,
según las bases teóricas de Woodrow Wilson, hay elementos fundamentales que la
población debe conocer con anticipación, para que aflore un despertar de
conciencias y solidaridades.
Hemos
insistido en advertir que no es poca cosa la Pretensión Procesal de Guyana; y
detrás de ellos, incontables empresas transnacionales en una lúdica de
intereses de múltiples aristas.
Nos
corresponde actuar y emitir pronunciamientos en el mismo contexto.
Por ser un
Asunto de Estado y no un efímero e interesado acto de gobierno nos propusimos
intercambiar ideas con profesionales densamente formados, lo cual nos honra y
llena de profunda satisfacción venezolanista.
Me nutro al
escuchar, con detenimiento, sus respectivas elucidaciones, sobre este
tema. Encontramos, en muchas partes del
país, gente sabia para grandeza de la Patria. Por encima de gobierno y de
oposición.
Estamos
dispuestos siempre a dialogar con mucha gente en general, centrada en tal
asunto litigioso.
Hay un
bastión enorme que ha acumulado muchas indagaciones documentales; lo cual les
ha permitido acrisolar conocimientos. Tales compatriotas portan en sí mismos
sendas “cajas de herramientas”
intelectuales, siempre al servicio del país.
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