sábado, 13 de febrero de 2016




 “los límites no son limitaciones sino 
oportunidades de       crecimientos. 
Una aritmética de convivencia fronteriza”

  50 años del Acuerdo de Ginebra
“Único documento que poseemos, actualmente, para insistir en el reclamo de lo que nos pertenece: La Guayana Esequiba; luego del vil despojo que se le hizo a nuestra nación con el Laudo Arbitral de París en 1899”; señala con contundencia el Dr. Abraham Gómez, especialista y estudioso desde hace muchos años  de este asunto.
“Pareciera que los espacios geográficos fronterizos no fueran nuestros—continua exponiendo el Dr. Gómez-- No obstante,  llegar a equivaler casi que un sesenta por ciento del territorio nacional y  estar habitado por una quinta parte de la población. Mientras que los demás países con quienes hacemos costados fronterizos adelantan audaces políticas en esa materia, nosotros seguimos exhibiendo una muy débil pared demográfica, en lamentables condiciones de aislamiento y pobreza; cuya inmediata consecuencia es un marcado desequilibrio geopolítico”. De las carencias nuestras en las Políticas para los espacios fronterizos se han aprovechado los gobiernos guyaneses. Desde Cheddy Jadgan, Forbes Bornham, sucesivamente  hasta David Granger, es decir desde que se firmó el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966 para acá, todos los presidentes de esa excolonia británica han hecho lo que les ha dado la gana; han irrespetado el mencionado acuerdo: el único documento que denuncia la maniobra artera de la que fuimos víctimas por parte de un tribunal vendido al Reino Unido.
El Acuerdo de Ginebra contempla en su artículo V, lo siguiente  “Con el fin de facilitar la mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento, nada de lo contenido en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución por parte de Venezuela, el Reine Unido o la Guayana Británica de cualesquiera bases de reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera derechos que se hubiesen hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía territorial o como prejuzgando su posición con respecto su reconocimiento o no reconocimiento de un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de ellos sobre tal soberanía territorial.
Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía…..”
Sin embargo, Los gobiernos que ha tenido Guyana de cualquier signo político, ya sea del partido Indoguyanés el Partido del Progreso Popular (PPP), o el afroguyanés el Congreso Nacional Popular (CNP), aunque se antagonizan entre ellos para muchas cosas, pero coinciden en prolongar la deleznable posición de desconocimiento y desacato al contenido y aplicación del Acuerdo de Ginebra, al cual han mandado bien largo al cipote, y han otorgado concesiones a más de treinta  empresas transnacionales para que exploren, exploten y comercialicen con los inmensos recursos auríferos, madereros, energéticos, petroleros, faunísticos, mineros de todo tipo etc. Ya no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron, sino además han permisado a grandes consorcios para que operen en el espacio marítimo que genera la Zona en Reclamación: la costa atlántica  propiamente, nuestro Mar territorial, Zona Contigua y Zona Económica Exclusiva.
Guyana otorga, con displicencia, a empresas transnacionales licencias para que exploten los yacimientos petrolíferos que se encuentran dentro de las 200 millas náuticas que genera nuestra plataforma continental: desde las bocas del Río Esequibo hasta Punta Playa, en el estado Delta Amacuro y más acá, sin que oigamos o leamos un pronunciamiento, una nota de protesta por parte de la cancillería venezolana. Uno llega a preguntarse ¿qué maniobra distractora, de los respectivos problemas internos, está urdida entre estos dos gobiernos?
 Los Esequibanos y Esequibistas que  hemos venido defendiendo por honor y justicia en las distintas instancias nacionales e internacionales lo que a nuestro país corresponde desde la estructuración de la Capitanía General de Venezuela de 1777, debemos dejar sentado ante la historia que  lo más peligroso para nosotros en esta reclamación, a la luz del Derecho Internacional, es la Aquiescencia, la permisividad de nuestros  gobiernos. La aquiescencia o consentimiento tácito para que Guyana haga concesiones a transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de las riquezas de la región esequibana. Ya es un hecho consumado la entrega inconsulta y descarada que hace Guyana a la empresa Exxon-mobil, a la Shell holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON china, para que aprovechen, como mejor les plazca, los recursos petrolíferos en la zona que reclamamos. Aunado al principio de Aquiescencia ya citado, tal vez resulte fácil a Guyana invocar, en tribunales internacionales, el principio de Estoppel, o de los actos propios, en que ha incurrido este gobierno con sus constantes loas y conductas que reconocen el trabajo que adelanta la otra parte en conflicto con lo cual (in)directamente queda  anulada o desestimada la demanda.
No es por pura casualidad que hoy, en esta fecha aniversario del Acuerdo de Ginebra, el presidente Granger esté solicitando, en esta controversia, más apoyo para su país, en la vigésima séptima asamblea de la Caricom.


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