“los límites no son
limitaciones sino
oportunidades de crecimientos.
Una aritmética de convivencia
fronteriza”
50
años del Acuerdo de Ginebra
“Único documento que
poseemos, actualmente, para insistir en el reclamo de lo que nos pertenece: La
Guayana Esequiba; luego del vil despojo que se le hizo a nuestra nación con el
Laudo Arbitral de París en 1899”; señala con contundencia el Dr. Abraham Gómez,
especialista y estudioso desde hace muchos años
de este asunto.
“Pareciera que los
espacios geográficos fronterizos no fueran nuestros—continua exponiendo el Dr.
Gómez-- No obstante, llegar a equivaler
casi que un sesenta por ciento del territorio nacional y estar habitado por una quinta parte de la
población. Mientras que los demás países con quienes hacemos costados
fronterizos adelantan audaces políticas en esa materia, nosotros seguimos
exhibiendo una muy débil pared demográfica, en lamentables condiciones de
aislamiento y pobreza; cuya inmediata consecuencia es un marcado desequilibrio
geopolítico”. De las carencias nuestras en las Políticas para los espacios
fronterizos se han aprovechado los gobiernos guyaneses. Desde Cheddy Jadgan,
Forbes Bornham, sucesivamente hasta
David Granger, es decir desde que se firmó el Acuerdo de Ginebra el 17 de
febrero de 1966 para acá, todos los presidentes de esa excolonia británica han
hecho lo que les ha dado la gana; han irrespetado el mencionado acuerdo: el
único documento que denuncia la maniobra artera de la que fuimos víctimas por
parte de un tribunal vendido al Reino Unido.
El Acuerdo de Ginebra contempla en su artículo V, lo
siguiente “Con el fin de facilitar la
mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento, nada de lo contenido
en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución por parte de Venezuela,
el Reine Unido o la Guayana Británica de cualesquiera bases de reclamación de soberanía
territorial en los Territorios de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera
derechos que se hubiesen hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía
territorial o como prejuzgando su posición con respecto su reconocimiento o no
reconocimiento de un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de
ellos sobre tal soberanía territorial.
Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle
en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o
negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o
la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía…..”
Sin embargo, Los gobiernos que ha tenido Guyana de cualquier
signo político, ya sea del partido Indoguyanés el Partido del Progreso Popular
(PPP), o el afroguyanés el Congreso Nacional Popular (CNP), aunque se
antagonizan entre ellos para muchas cosas, pero coinciden en prolongar la
deleznable posición de desconocimiento y desacato al contenido y aplicación del
Acuerdo de Ginebra, al cual han mandado bien largo al cipote, y han otorgado
concesiones a más de treinta empresas
transnacionales para que exploren, exploten y comercialicen con los inmensos
recursos auríferos, madereros, energéticos, petroleros, faunísticos, mineros de
todo tipo etc. Ya no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que
nos arrebataron, sino además han permisado a grandes consorcios para que operen
en el espacio marítimo que genera la Zona en Reclamación: la costa atlántica propiamente, nuestro Mar territorial, Zona
Contigua y Zona Económica Exclusiva.
Guyana otorga, con displicencia, a empresas transnacionales
licencias para que exploten los yacimientos petrolíferos que se encuentran
dentro de las 200 millas náuticas que genera nuestra plataforma continental:
desde las bocas del Río Esequibo hasta Punta Playa, en el estado Delta Amacuro
y más acá, sin que oigamos o leamos un pronunciamiento, una nota de protesta
por parte de la cancillería venezolana. Uno llega a preguntarse ¿qué maniobra
distractora, de los respectivos problemas internos, está urdida entre estos dos
gobiernos?
Los Esequibanos y Esequibistas
que hemos venido defendiendo por honor y
justicia en las distintas instancias nacionales e internacionales lo que a
nuestro país corresponde desde la estructuración de la Capitanía General de
Venezuela de 1777, debemos dejar sentado ante la historia que lo más peligroso para nosotros en esta
reclamación, a la luz del Derecho Internacional, es la Aquiescencia, la
permisividad de nuestros gobiernos. La
aquiescencia o consentimiento tácito para que Guyana haga concesiones a
transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de las
riquezas de la región esequibana. Ya es un hecho consumado la entrega
inconsulta y descarada que hace Guyana a la empresa Exxon-mobil, a la Shell
holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON china,
para que aprovechen, como mejor les plazca, los recursos petrolíferos en la
zona que reclamamos. Aunado al principio de Aquiescencia ya citado, tal vez
resulte fácil a Guyana invocar, en tribunales internacionales, el principio de
Estoppel, o de los actos propios, en que ha incurrido este gobierno con sus
constantes loas y conductas que reconocen el trabajo que adelanta la otra parte
en conflicto con lo cual (in)directamente queda
anulada o desestimada la demanda.
No es por pura casualidad que hoy, en esta fecha aniversario del
Acuerdo de Ginebra, el presidente Granger esté solicitando, en esta
controversia, más apoyo para su país, en la vigésima séptima asamblea de la
Caricom.
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