Disyuntiva perder/perder
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Si estuviéramos, aunque
ligeramente, convencidos que participar en unas elecciones regionales nos
liberaría de esta crisis: la más espantosa y llena de calamidades por la que ha
atravesado nuestro país, tal vez dedicáramos un rato a analizar, con suficientes estrategias cuándo,
dónde y cómo presentar y aupar nuestros candidatos.
¿Y saben por qué?
Porque elecciones regionales no liquida dictadura.
Porque, quienes
proclaman que “hay que conservar espacios de poder”, se prestan con descaro al juego cómplice con el régimen que ha cometido el mayor fraude comicial en la historia contemporánea en Latinoamérica,
tal vez del mundo.
Será muy difícil
entender que una Asamblea Nacional Constituyente no es poca cosa; cuyo origen
írrito e inconstitucional ha sido denunciado; que la Comunidad Internacional se
muestra y pronuncia solidaria con tales denuncias. Que ese esperpento de ANC nace mediante una trampa de votos urdida y
cohonestada por el consejo nacional electoral, el tribunal supremo de justicia,
el ejecutivo nacional (minúsculas adrede) y algunos otros entes del Estado.
A quienes deseen mantener “espacios de poder” les reiteramos que
las dictaduras no ceden un ápice de poder, y menos a los antagonistas sospechosos
o ambiguos. Los aprovechan como
instrumentos de barata utilería en su entramada parafernalia.
Con seguridad al instalarse
la asamblea constituyente; cuyas características, por su condición “originaria”,
serán: plenipotenciaria, incondicionada e ilimitada, entre muchas otras. Así
entonces, esas presuntas elecciones
regionales irán bien largo al cipote.
El régimen habrá
logrado uno de sus exquisitos propósitos, cual es fracturar (mucho más) a la
oposición venezolana y desprestigiarla ante el mundo entero.
La gloriosa juventud
demócrata venezolana ha venido
ofrendando sus luchas y sus vidas para
reconquistar la Libertad que nos merecemos, y no para que una dirigencia interesada pacte, con secretismos,
una “agenda comicial”, para lavarle el rostro al régimen y reoxigenarlo en sus
despropósitos.
Las vías para desterrar
las dictaduras necesariamente no son electorales. La historia tiene enjundiosas páginas escritas, que quizás
aporten referentes para nuestros acaecimientos.
Tomen en cuenta los
ilusos aspirantes a cualquier cosa que el colaboracionismo individual o
partidario, con los regímenes totalitarios, ha constituido siempre una vil
maniobra.
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