TAPONAR LA CONCIENCIA
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia
Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Cierran emisoras y
televisoras sin recato o pudor. Niegan el papel para los medios impresos porque
les da la gana. Les espanta que la gente sepa las barbaridades que a diario
cometen.
Coaccionan, extorsionan
y aterrorizan a los medios de comunicación para que no informen.
Habíamos pensado que
con el derrumbamiento del Muro de Berlín también se hacía posible el descalabro
estrepitoso de teorías políticas anacrónicas: comunismos, socialismos de baja
ralea, fascismos, totalitarismos, populismos, militarismos, personalismos, absolutismos,
estatismos, y todos los ismos que condicionan las libertades humanas.
Tales ideologías, de
ingrata recordación, mantuvieron la intención siempre de separar a los seres
humanos, en sus sensibilidades y emociones.
Fracturar los lazos
familiares, dividir las amistades o apartar a la gente porque piensan distinto;
además con estrategias de indoctrinación los detentadores del poder buscan, de
manera imbécil, ubicar a los ciudadanos forzosamente en posiciones dicotómicas:
si no estás con el régimen eres su enemigo.
Precisamente así Lo piensan,
dicen y hacen: si no estás con esa comparsa te excluyen, descalifican y
aborrecen. Aplican hoy en Venezuela la rancia cartilla cubanoide.
En los tiempos que
transcurren resulta impensable que alguien (o secta de ineptos facinerosos) por
muy osados que sean puedan convocar (tal vez contaminar) a una multitud con sus
ideas totalitarias y salir ilesos. Saben
por qué?, porque la cultura democrática del pueblo venezolano no se va a calar
esta “ orgía ideologizante” de un régimen
que se está cayendo a pedazos, y que sólo lo sostiene las puntas de
bayonetas.
Un militarismo que
pronto será de ingrata y vergonzosa recordación
Constriñen las
libertades en el ejercicio de la educación, de la propiedad privada, de la
producción, del comercio, de decisión de movilidad, de la participación social
en condición de ciudadanos independientes.
Todo en nuestro país
pretenden sellarlo con los tintes de partido único, oficializado, a cuyo frente
se construye la figura de un “jefe absoluto” con poderes ilimitados, siendo él
mismo el superior jerárquico de la estructura estatal; aunque su estampa sea la
de un “indigente mental”.
Lo anterior bajo la estricta vigilancia de un
cuerpo civil-militar: mezclote de paramilitares y colectivos con una lógica y
discurso cuartelario, amenazante; con la finalidad de asegurar la imposición
sectaria de una ideología. Cualquier manifestación en contrario pretenden
acallarla con represión a mansalva.
Lo que Foucault estudió
en la década del setenta como el biopoder hoy en día va haciéndose, en nuestro
país más evidente.
Ha venido este régimen
haciendo uso de los manuales de medios típicos para el control ciudadano:
acortamiento de las libertades, abierta o sibilinamente, de expresión, de
información, taponar con crudeza y sin escrúpulos bocas y oídos para que no
digan, para que no escuchen. Obturar las conciencias.
En el presente tramo
epocal la humanidad enarbola un pensamiento plural.
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