martes, 3 de marzo de 2020



Guayana Esequiba: ayer entre Imperios; hoy ante la CIJ.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia venezolana de la Lengua.
abrahamgom@gmail.com

Constituye una obligación moral y patriótica: la  Política Exterior de nuestro país, debe estructurarse, permanentemente, con base a  los resultados del glorioso pasado histórico, que nos confieren bastante sustentación como Nación-Estado. A lo anterior, agreguemos además las circunstancias del presente que vivimos en el cual nos asentamos y perfilamos para seguir/salir adelante; y  debe complementarse la Política Exterior con los hechos contingenciales que  pudieran acaecer, previsiblemente, en el futuro.

Venezuela, no obstante antigua colonia española, siempre ha mantenido el blasón  anticolonialista. Por eso, firma el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966; en cuyo texto deja sentado, de manera explícita, que jamás se opondrá a que la excolonia británica alcance su independencia. Sin embargo, hace la salvedad, en el mencionado documento, de que el Laudo Arbitral de París del 03 de octubre 1899 fue una vil maniobra , la cual  devino en una sentencia tramposa, que jamás hemos legitimado  porque la consideramos   nula e írrita.

Venezuela   ha enfrentado cualquier   manifestación anacrónica de explotación inhumana e irracional. Quizás ello configuró el aval para hacerse solidaria con la naciente República Cooperativa de Guyana, el 26 de mayo de 1966, cuando  el Reino Unido determinó la  emancipación de este pedazo de tierra que denominaban Guayana Británica, desde que "negociaron" con los Países Bajos, las posesiones de Berbice y Demerara en 1814.
Una cosa es nuestra irreductible doctrina y lucha por la descolonización de los pueblos oprimidos por los imperios, y otra la pasividad y la dejadez ante la ignominia,  o permitir que   nos despedacen  nuestra extensión territorial. 
Recordemos que, hubo necesidad de aligerar, con las autoridades del Imperio Español el reconocimiento de la Independencia de Venezuela. 
Formalidad que se dio el 30 de marzo de 1845; por las insistentes sospechas de que los ingleses estaban persuadiendo a España para que no procediera, en consecuencia a nuestro favor; y  les confiriera a ellos el Título Traslaticio de la  zona en cuestión, 159.500 km2,  la Guayana Esequiba.
Con esta cesión, que nos hizo España,  del Justo Título, la absoluta posesión jurídica de Venezuela sobre la conocida Guayana Esequiba  quedó consolidada frente a la voracidad de Inglaterra.

Venezuela se hace, entonces,  munida de Títulos Jurídicos que la respaldan en cualquier ámbito internacional..

El Imperio Español, a pesar del Decreto de Guerra a Muerte, no puso reparos ni hubo resentimientos para ratificar el contenido de la Cédula Real de Carlos III, del 08 de septiembre de 1777, cuando crea la Capitanía General de Venezuela, incluyendo el costado este hasta el río Esequibo.

Algunos metaforizan, con la siguiente  expresión: "así procede una madre noble con la hija, cuando alcanza su mayoría de edad".

No satisfecho con lo anterior, el Imperio Inglés propuso al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, el 23 de marzo de 1869, repartirse, exactamente por la mitad, todo el territorio de Venezuela; para que EE.UU reubicara en el occidente, a  la población negra, procedente de África, que habían participado en la Guerra de Secesión. Según los ingleses, por que "ese país llamado Venezuela, que actualmente, se debate en medio de la mayor anarquía y cuyas ´minor authorities´,no pueden ni siquiera considerarse como sujetos de Derecho Internacional".

A la propuesta anterior, EE.UU responde: " este gobierno manifiesta formalmente al gobierno de su majestad británica, que no sólo no coopera en la operación que se le propone en referencia al territorio de la República de Venezuela, sino que se opondrá a ella con todos los  medios de que dispone".

Analicemos ahora, el escenario actual.
En la controversia con Guyana, por la Guayana Esequiba nos hemos encontrado con las situaciones más inimaginables: casos impensables , posiciones contradictorias al momento de asumir la absoluta defensa de los intereses del Estado venezolano, silencios cómplices, declaraciones destempladas o extemporáneas, elogiosas frases al contrincante en escenarios internacionales, permisividades –por acción u omisión—para la explotación de recursos en la zona.
Las decisiones que de entrada lucen inverosímiles o extravagantes cobran fuerza y vigencia. Un enjambre de cosas que nos hemos visto obligados a estudiar y analizarlas, académicamente.
En lo inmediato tenemos que, el 23 de este mes Venezuela enfrenta un dilema histórico. 
La Corte Internacional de Justicia ha llamado a  las Partes en la controversia a las Audiencias Orales, por la Interposición de Recurso (demanda) que incoó Guyana contra nuestro país. Aunque la CIJ no tiene jurisdicción al respecto, conforme a sus propios Estatutos ( artículos 36 y 37).
Nuestra posición, recogida consensualmente con  la mayoría de  los representantes de las ONG.s y personalidades  que hemos librado una hermosa jornada  de concienciación en el País, y en mi recorrido por las universidades, es que no debemos legitimar  la competencia de la CIJ para este asunto litigioso.
Reafirmamos, lo que hemos declarado siempre,  que nuestra tarea implica y comporta  insistir en una negociación  amistosa y directa con la Contraparte, hasta alcanzar una solución pacífica,  práctica y satisfactoria, conforme lo contempla el Acuerdo de Ginebra y el artículo 33 de la Carta de la ONU.

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