Partonatón:
complejidad maravillosa de lo sencillo.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Hay tantas
variables ocultas en el Universo, y correspondientemente en la Creación, que la
existencia finita de un ser humano no alcanza para aproximar el más mínimo
desciframiento.
Nos hemos atrevido
a decir, sin remordimientos, que un ladrillo del paleolítico y un ladrillo en
estos tiempos contemporáneos son similares; sin embargo, las construcciones de
antes y las de ahora de las cuales forman partes estas piezas de mampostería, ciertamente,
no tienen nada en común.
Con idéntica
intención, los seres humanos hemos procurado nuestras propias superaciones:
ayer balbuceante, con inescrutable lenguaje en la Edad de Piedra, hoy con más o
menos la misma cantidad de piedras, pero dándoles otra utilidad.
Tal vez, lo más
importante a lo largo de la vida lo constituya la intrínseca e ilimitada
posibilidad de desarrollar la estructura mental, dispuesta a aprehender cosas, a
ampliar sensibilidades; a conceder posibilidad de sentidos, interpretar, captar
fenómenos que luego los transformamos en ideas, se elaboran teorías; y afanosamente
las exteriorizamos en pensamientos que, como es bastante sabido, dejan de ser
de alguien en particular para asumirse en el dominio colectivo. Los
pensamientos no tienen propietarios.
Sí, los
pensamientos adquieren la plural condición de su aprovechamiento y la
utilización social. Los pensamientos se deslastran de amos o de dueños.; son
ricas herencias legadas por científicos, teólogos, filósofos, analistas
críticos. Gente ocupada en lo intelectual.
Al respecto,
también cabe señalar lo siguiente: nos habíamos acostumbrado a reiterar, en las
Academias y en la vida cotidiana, que el mundo era un mecanismo regido por
leyes naturales, eternas e inmutables (claves narrativas de la mecánica
newtoniana). Tales expresiones ecuacionales determinaban, matemáticamente, que
bajo circunstancias idénticas resultaban siempre elementos idénticos; y ante
una variación leve el producto cambiaría proporcionalmente en dosis pequeña.
Sin embargo, cada
cierto tiempo irrumpe, por impulso providencial quizás, un nuevo Paradigma que
persigue complementar, desplazar o transformar las teorías sobre las cuales se
habían asentado creencias o explicaciones. Ideas enquistadas y ritualizadas.
Es el caso
reconocido por la Comunidad Científica Internacional que, en las últimas
décadas, el ilustre astrofísico deltano, Luis Cabareda Fermín ha postulado, con
suficiente aceptación, su Tratado de Física Natural, denominado, en síntesis:
El Partonatón o Partícula-n. Conocida y
divulgada también, por la Academia de Ciencias de Nueva York de la cual es
Miembro, como Teoría de Todo el Universo o de la Gran unificación.
Nuestro científico,
cuya portentosa inteligencia lo ha llevado por el mundo entero para dar a
conocer que el Partonatón: derivada y constitutiva de la Dinámica del Universo,
es una partícula más rápida que la luz, que conjuga y compendia muchos más
componentes: cuerpo, materia, antimateria, esencia, substancia, fenómenos,
sucesos de Dios, el Universo y la Creación, íntegra y totalmente.
El Partonatón,
aunque ha sido relativamente reciente su elaboración teórica, ya tiene
asegurada su legitimación y validación por los más calificados y prestigiosos
Institutos de investigación científica de varios países; fundamentalmente,
porque ofrece respuesta asequible y sencilla a una inmensa inquietud centenaria,
que había sido intocable: “nada hay más rápido, o puede viajar a una velocidad
que supere a la de la luz”; que se asumió, acríticamente. Que se tuvo más como
“paradogma”, que como paradigma.
El Partonatón
permite comprender y aclarar cómo se transmite la instantánea información o la
interacción entre partículas; indistintamente de las distancias donde se
encuentren.
La Deltanidad
celebra orgullosísima que nuestro científico-investigador, ingeniero
electricista Luis Cabareda Fermín, entregue al mundo sus ideas, resumidas en la
Teoría del Partonatón, en tanto partícula original y esencial, primitiva y
primigenia, característica inmanente del Universo, que posee la condición de la
ubicuidad y omnipresencia; que deriva del propio Movimiento integérrimo,
continuo y permanente del Universo, en todos los sentidos, órdenes, modos y
formas.
El Partonatón
sintetiza un elogiable encuentro de la Teología, la Ciencia y la Filosofía.
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