Guayana
Esequiba: ¡Cuidado con partidizar el litigio!
Dr.
Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana
de la Lengua
Miembro de la ONG “Mi mapa de
Venezuela”
Miembro del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Nos encontramos ante un hito histórico
disyuntivo. Estamos obligados a probar en su momento en la Corte Internacional
de Justicia ---distantes de posiciones elusivas, de aprovechamientos
ideológicos interesados o reticentes--- un hecho de suma trascendencia para la
vida de la nación: la Guayana Esequiba siempre nos ha pertenecido.
La séptima parte de nuestra geografía territorial, 159.500 km2, la que
nos arrebataron con vileza, no es poca cosa. Puede corresponderse, en
extensión, superior a bastantes países y a mucho más que todo el occidente de
Venezuela.
Nuestra contención tiene suficiente asidero
jurídico e histórico y la fortaleza moral de saber que no estamos cometiendo
ningún acto de deshonestidad contra nadie.
Los
reclamos que hemos sostenido, hace más de un siglo, no están anclados en una
malcriadez diplomática, capricho nacional o empecinamiento injustificado.
La
Contraparte en el litigio sabe que poseemos bastantes documentos. La delegación
diplomática de la excolonia británica (que tiene meses haciendo cabildeo en La
Haya) conoce además que nos encontramos apertrechados con los Justos Títulos
(con carácter cogente, que explicamos más adelante) que avalan la histórica
propiedad, incuestionable, de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.
Suficientemente es conocido que todo territorio ubicado en la costa genera
espacio marítimo a partir de una línea de base recta, conforme a las Conferencias
de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, de 1958 y 1982.
Sucede que Guyana ha hecho bastantes intentos
para extender, no solo lo que corresponde a su pedazo de costa atlántica, sino
que ha aspirado llevar a 350 millas la plataforma continental frente a la
Guayana Esequiba, exactamente la que estamos reclamando; sin consultar a
Venezuela, y en flagrante violación del Acuerdo de Ginebra, documento que acaba
de cumplir cincuenta y seis años de su firma, y aún mantiene plena validez,
eficacia y fuerza jurídica.
Hacemos la siguiente observación-advertencia: si
Guyana no ha alcanzado esa prolongación de la plataforma y Mar Territorial por
la vía de Derecho ante la ONU, lo ha conseguido de hecho; al dar innumerables
concesiones a empresas transnacionales en las áreas terrestre y marítima, implícitas
en la Guayana Esequiba.
En consecuencia, lo hemos dicho en nuestras
conferencias en las universidades, en las redes y en los medios; si
confrontamos un problema de reclamo de soberanía en el área terrestre, en la
zona marítima la situación es mucho más álgida; por cuanto, Guyana ha cercenado
nuestra proyección hacia el atlántico, frente al Delta del Orinoco, que no
entra en este centenario pleito.
Tengo la seguridad que una inmensa porción de
compatriotas venezolanos coincide conmigo cuando expreso que lo peor que
podemos hacer es abrir una innecesaria e inconveniente confrontación
política-partidista interna en nuestro país, relacionada a la Guyana Esequiba, en
este momento apremiante; cuando nos encontramos concernidos en un serio pleito
jurídico, en el Alto Tribunal de La Haya, por la séptima parte de la geografía
venezolana, que nos arrebataron de manera alevosa y vil.
Hoy, más que nunca, se hace imprescindible la
absoluta y sólida unidad de todos los sectores, sin excepciones.
Insisto en señalar que debemos reforzar la
estructuración, sin recelos ni mezquindades, un bloque de defensa compacto y
pétreo, para contrarrestar las acechanzas de la Parte que nos rivaliza, por las
acciones unilaterales, en contra nuestra, que ellos interpusieron en la Corte.
Sería desastroso si nos peleamos internamente;
si cada quien cree que le puede sacar provecho para su parcela política-partidista
o nos ausentamos de la Corte; porque, de todas maneras, el juicio sigue su curso.
No hay vuelta atrás. La Corte podría llegar a sentenciar en nuestra ausencia.
La contención por la Guayana Esequiba rebasa
los egos individualistas mal curados, los particularismos confesionales,
raciales o de cualquier otra índole. Este caso nos necesita unidos como país,
con criterios unánimes.
Destacamos la labor de las ONG que han sido creadas para
adelantar hermosas actividades al respecto; así, además, hacemos el
reconocimiento debido al Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela; lo
propio cabe para el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales(COVRI), para
las Fundaciones en su insistente afán
de concienciación; igualmente la
determinante posición de La Academia de Ciencias Políticas y Sociales, nos
llena de orgullo la tarea que viene cumpliendo la Comisión Presidencial en Defensa
del Esequibo. Todos en una sola motivación y propósito, de esfuerzos elogiadamente
ponderados; lo cual constituye un ejemplo de lucha sostenida sin actitudes
atrabiliarias o estrepitosas; porque, aquí se requiere talento y densidad en la
formación documental y doctrinaria, para insistir en la reclamación y defender
en la Corte Internacional Justicia o donde
haya lugar lo que honradamente siempre ha sido nuestro; que vilmente nos
arrebataron, en una tratativa perversa mediante añagazas jurídicas.
Este caso litigioso estamos obligados a
estudiarlo y manejarlo invocando la solidaridad de toda la población
venezolana; concitando las mejores voluntades e inteligencias.
Para el 8 de marzo del año 2023, cuando el Jefe
de Estado –por cuanto es su atribución constitucional-- determine la
comparecencia o no de Venezuela, para hacernos parte del juicio, será densa la
alforja de Títulos históricos y jurídicos (que no admiten pruebas en contrario)
que presentaremos para la examinación e investigación por parte del Jurado
sentenciador de la Corte Internacional de Justicia.
En el caso litigioso que nos ocupa frente a la
pretensión guyanesa --el cual ha escalado hasta la Corte-- nos atrevemos a
exponer el carácter de cogencia de nuestros Justos Títulos —iuris et de iure--
que acompañan a la enjundiosa cartografía que nos respalda. Títulos y mapas de
incuestionables probanzas.
Decimos que hay suficiente cogencia; porque,
los argumentos jurídicos, históricos, cartográficos que atesoramos confirman
nuestra propiedad sobre esa extensión territorial en contención. Todos los
mencionados registros señalan, en sus premisas, afirmativamente que la Guayana
Esequiba siempre ha sido nuestra; así entonces, las conclusiones a tales elementos
inductivos arrojan aportes deductivos a nuestro favor.
Con la mayor modestia, me permito explicar.
Nuestro portafolio cartográfico ha adquirido la condición de argumento cogente;
porque sus componentes constituyentes (los mapas registrados y asentados) han
resultado, en sí mismos, premisas de solidez histórica hacia nosotros. Toda la cartografía
de la región—hasta ahora estudiada y examinada-- ha develado de modo conclusivo
que la Guayana Esequiba ha estado siempre, en cualquier mapa, correspondiendo a
la Capitanía General de Venezuela (1777) y sucesivamente a la República de Venezuela.
Si todos los mapas inductivamente confieren
categoría afirmativa de la propiedad de Venezuela sobre la Guyana Esequiba,
entonces la conclusión deductiva debe ser afirmativa. Una manera de construir y
comportar un razonamiento de lógica jurídica cogente e irrebatible.
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