Guayana
Esequiba: si no es en la Corte, entonces dónde y cómo (II)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Miembro de la ONG “Mi mapa de Venezuela”
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos
de Venezuela (IDEFV)
Hay una
interesante tríada que ha servido de sustrato ideológico-doctrinal al diseño de
la Política Exterior de Venezuela, en su vida republicana; la misma, por
definición esencial, se ha centrado permanentemente en nuestro digno y heroico
pasado histórico, el cual se opone y contraría los nefastos colonialismos; al
tiempo que ha impulsado y reforzado las luchas
libertarias; así, además, las circunstancias del presente categorizan los vínculos
obligantes con/en la comunidad internacional. A los señalados elementos
anteriores, debemos agregar por supuesto, las necesarias previsiones frente a
las contingencias que puedan irrumpir en el futuro.
Hemos
cultivado la heredad –legado de los próceres de la patria y los demócratas--
del respeto pleno y absoluto de los convenios y pactos suscritos, adheridos y
ratificados.
Nuestra
historia está signada en el reconocimiento de que el Derecho Internacional se
fundamenta en acatar las decisiones arbitrales y judiciales; no obstante, las
tropelías que en nuestra contra se han perpetrado.
Somos y hemos
sido siempre partidarios de la solución pacífica de las controversias; sobre
todo entre países vecinos, unidos por vínculos geográficos o históricos.
A causa de las
acciones interpuestas por Guyana en nuestra contra, por ante la Corte
Internacional de Justicia, nos encontramos en una situación dilemática compleja
y delicada.
Dejamos sentado
para cualquier efecto en la opinión pública nacional que no todas las cosas pueden
exponerse públicamente; por cuanto, estaríamos entregando las armas al adversario
o develando nuestras estrategias jurídicas.
Habiendo escalado
el conocido asunto litigioso a extremo de dilucidación en el Alto Tribunal de
la Haya debemos ser muy reservados, por obvia discreción, en estricto apego a
lo concerniente a una seria política de Estado.
Nos consta
que la invitación de todos los gobiernos democráticos venezolanos ha sido siempre
al diálogo constructivo y al mejor espíritu amistoso de vecindad.
En la medida
en que el país ha acaudalado más conciencia sobre el daño que se nos perpetró,
se han desatado en toda Venezuela discusiones contrastativas que --aunque
algunas pueden considerarse de relativo agrado, porque mantiene vivo el aspecto
contencioso— debemos prestarle el mayor interés para compararlas con nuestras
propias observaciones y conjeturas.
Como es del
dominio generalizado, estamos citados a la CIJ para el 08 de marzo del próximo
año, para que consignemos el Memorial de Contestación de la demanda, contentivo
de nuestra alegación de los hechos, la fundamentación del derecho que nos
asiste; en fin, nuestra irrebatible probanza. Nuestros Justos Títulos no
admiten cuestionamientos ( y mucho menos pruebas en contrario), lo cual nos da
suficiente seguridad ante el Jurado sentenciador.
Sin embargo, todavía
conseguimos a quienes opinan y se inclinan por la tendencia de que Venezuela no
se haga presente en ninguna de las etapas del Proceso jurídico que lleva
adelante la Alta Sala juzgadora de la ONU.
Quienes se
inclinan por la citada posición insisten en que sigamos invocando la No Comparecencia.
Aducen que
nuestra personación en ese juicio –interpretable como acto concluyente y consentimiento
de obligar-- equivale a seguirle el juego a la contraparte, y caer en su
estrategia.
Para este
grupo de venezolanos nuestra ausencia debe ser total. Exponen que debemos
regresar a la negociación directa con Guyana (por cierto, posible alternativa
de solución que los gobiernos guyaneses nunca han querido).
Cuando
tuvimos la ocasión de recorrer el país –fuimos a casi todas las universidades—con
la finalidad de dictar la conferencia, “Guayana Esequiba: litigio histórico y
reivindicación en justicia” --, nos agradó el inmenso interés que la mencionada
controversia ha despertado y concitado en bastantes sectores de la población
venezolana.
Motivado a la
pandemia, ahora los intercambiamos los estamos realizando vía zoom, en las
redes sociales, por radio o televisión.
Han aflorado
varias propuestas un poco desentonadas o desencajadas; pero, respetadas también
por la forma, el fondo y la intención como son expuestas. Todas son oídas y
analizadas.
Lo cierto y
concreto es que tenemos una reclamación centenaria que ahora se dirime en la
Corte Internacional de Justicia.
Juicio que se
lleva adelante; el cual no se paralizará por ausencia de alguna de las partes.
Y que incluso, de acuerdo con el artículo (53) del Estatuto de la CIJ puede
llegar a haber resolución sentencial, así alguna representación concernida no
se haga presente.
Hay quienes
se inclinan – como estrategia de recuperación– un enfrentamiento bélico. Descartada
de plano. Mayor sensatez percibimos en quienes piensan que el desarrollo
conjunto sería una opción valedera.
Mucha gente
en Venezuela, cree que debemos denunciar (desaplicar contenido) el Acuerdo de
Ginebra para buscar soluciones, con mayor libertad, no obligantemente a través del
artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.
Escuchamos la
siguiente propuesta (¡aunque usted no lo crea ¡): la venta de la Zona en
Reclamación, y proceder a repartir el producto entre Venezuela y Guyana.
Otros que
prefieren que en este caso se dé una sentencia en la Corte Internacional de
Justicia favorable a las (9) etnias que allí habitan.
Hay quienes
aportan como solución la conformación, en esa área, de una nueva nación con
soberanía compartida entre Venezuela y Guyana. Tienen experiencias sobre este
particular España y Francia.
Una vez más
expongo mi invariable posición, la cual he venido justificando en los
siguientes términos: si poseemos suficientes elementos con validez, eficacia y fuerza
para alegar y probar que la Guayana Esequiba siempre ha sido nuestra jurídica,
cartográfica, demográfica e históricamente, no debemos rehuir el “combate” al
que estamos convocados, recuerdo una vez, para el 08 de marzo del 2023.
Debemos solicitar que cuando hagamos la consignación por escrito de nuestro Memorial de Contestación de la
demanda -- munida de argumentos irrebatibles-- tal evento se transmita para el
mundo entero.
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