Guayana
Esequiba: Este litigio nos necesita unidos como país.
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela
Presidente de la Observatorio Regional de
Educación Universitaria (OBREU)
Este 11 de
agosto queda marcado como un extraordinario hito en el proceso de solicitar
restitución de la extensión territorial que nos arrebataron con alevosía en
1899.
Una elogiada
delegación venezolana se presentó, esa fecha, en la Corte Internacional de
Justicia y consignó un abundante legajo (50 volúmenes) contentivo de más
pruebas irrebatibles de nuestra propiedad histórica-jurídica sobre la Guayana
Esequiba.
Las
comparecencias subsiguientes (alegaciones escritas y audiencias orales) las
determinará el jefe de Estado; por cuanto, es de su exclusiva atribución
constitucional autorizar la presencia de la representación diplomática de
nuestro país en el mencionado juicio; conforme al artículo (236) de nuestra
Carta Magna.
Todo cuanto
hemos venido entregando para examinación de los honorables magistrados de la
Sala Juzgadora constituyen justos Títulos traslaticios que no admiten
cuestionamiento en contrario.
En el caso
litigioso que nos ocupa frente a la pretensión guyanesa --el cual ha escalado
hasta la Sala Juzgadora de La Haya -- nos atrevemos a exponer el carácter de
cogencia de nuestros Justos Títulos —iuris et de iure-- que acompañan a la
enjundiosa cartografía que nos respalda. Títulos y mapas de incuestionables
probanzas.
El principio
de cogencia, por ejemplo, tan interesante en otras situaciones, también aplica
en este caso.
En el ámbito
jurídico, concretamente en el Derecho Internacional, la cogencia se refiere a
las normas que se imponen de manera obligatoria y que no pueden ser alteradas
por los particulares. Digamos que son normas necesarias o imperativas; por
cuanto, poseen, en sí mismas, eficacia incontrovertible, irrebatibles, por los
asideros que las respaldan; vale decir, no se pueden suprimir o alterar.
Su aplicación
no depende de la voluntad de los particulares. Se imponen taxativamente.
Expresamos que
hay suficiente cogencia en la solicitud de nuestra restitución; porque, los
argumentos jurídicos, históricos, cartográficos que atesoramos confirman
nuestra propiedad sobre esa extensión territorial en contención.
Todos los
mencionados registros señalan, en sus premisas, afirmativamente que la Guayana
Esequiba siempre ha sido nuestra; así entonces, las conclusiones a tales
elementos inductivos arrojan aportes deductivos a nuestro favor.
Con la mayor
modestia, me permito explicar.
Nuestro
portafolio cartográfico ha adquirido la condición de argumento cogente; porque
sus componentes constituyentes (los mapas registrados y asentados) han resultado,
en sí mismos, premisas de solidez histórica hacia nosotros.
Toda la
cartografía de la región —hasta ahora estudiada y examinada-- ha develado de
modo conclusivo que la Guayana Esequiba ha estado siempre, en cualquier mapa,
correspondiendo a la Capitanía General de Venezuela (desde 1777) y
sucesivamente a la República de Venezuela.
Si todos los
mapas inductivamente confieren categoría afirmativa de la propiedad de
Venezuela sobre la Guayana Esequiba, entonces la conclusión deductiva debe ser
afirmativa.
Una manera de
construir y comportar un razonamiento de lógica jurídica cogente e irrebatible.
Todo lo cual
debemos defenderlo como un solo país, en perfecta unidad.
Tengo la
seguridad que una inmensa mayoría de compatriotas venezolanos coincide conmigo
cuando expreso que lo peor que podemos hacer es abrir una innecesaria e
inconveniente confrontación política-partidista interna en nuestro país,
relacionada a la Guayana Esequiba, precisamente en este momento apremiante
cuando nos encontramos concernidos en un serio pleito jurídico, en el Alto
Tribunal de La Haya por la séptima parte de la geografía venezolana, que nos
arrebataron de manera alevosa y vil.
Hoy, más que
nunca, se hace imprescindible la absoluta y sólida unidad de todos los
sectores, sin excepciones.
Hay una
inmensa acechanza desde el exterior que nos obliga a encarar unidos, en una
sola determinación patriótica; indistintamente a las diferencias que tengamos,
que las tenemos.
Insisto en
señalar que debemos reforzar la estructuración de defensa jurídica, sin recelos
ni mezquindades; también un bloque opinático compacto, para contrarrestar las
pretensiones de la Parte que nos rivaliza, por las acciones unilaterales en
contra nuestra que ellos interpusieron por ante la Corte.
Sería desastroso
si nos peleamos internamente; si cada quien cree que le puede sacar provecho
para su parcela política-partidista o nos ausentamos del Ente Juzgador; porque,
de todas maneras, el juicio sigue su curso. Demasiado riesgoso.
La Corte
podría llegar a sentenciar en ausencia de una de las partes (Artículo 53 del
Estatuto de la Corte). ¡Mucho cuidado
con eso…!
La contención
por la Guayana Esequiba rebasa los egos individualistas mal curados, los
particularismos confesionales, raciales o de cualquier otra índole.
Este caso nos necesita unidos como país, con
criterios unánimes.
Todos en una
sola motivación y propósito - de esfuerzos elogiadamente ponderados- constituye
un ejemplo de lucha sostenida sin actitudes atrabiliarias o estrepitosas;
porque, aquí se requiere talento y densidad en la formación documental y
doctrinaria, para insistir en la reclamación y defender en la Corte
Internacional Justicia o donde haya
lugar lo que honradamente siempre ha sido nuestro, que nos arrebataron, en una
tratativa perversa mediante añagazas jurídicas.
Este caso
litigioso estamos obligados a estudiarlo y manejarlo invocando la solidaridad
de toda la población venezolana; concitando las mejores voluntades e
inteligencias.
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