¿TODOS (LOS LANZ) AL CONUCO?
Dr. Abraham Gómez R.
Cada cierto tiempo, para evitar ser deglutidos por el olvido, los intelectuales que han asumido la representación ideológica de la izquierda en nuestro país, nos sorprenden con propuestas unas más extravagantes que las otras. Total, para ellos el mayor interés viene dado por la atención que circunstancialmente acaparan. Aunque efímero, tal foco de expectativa hay que aprovecharlo, según tales exegetas del proceso, hasta que se apaguen los reflectores.
En qué cabeza cabe, en estos tiempos de permanente avance científico-tecnológico, que para lograr nuestra soberanía y seguridad agroalimentaria tengamos que regresar al sistema rural de producción conuquera de los primeros años del siglo pasado, de ingrata recordación en Venezuela. Además, con la pretensión de convencer a sus copartidarios incautos (y escasamente letrados) se deja colar en ese desquiciamiento teórico que ello constituye un “paradigma alternativo” viable y funcional para el desarrollo nacional. En el telos de esos menesteres de reinstalación de mentalidad ruralista, que han denominado con el eufemismo “Todas las Manos a la Siembra ” amenazan con emprender los cambios de los diseños instruccionales en las áreas de conocimientos agropecuarios, las modificaciones de las prácticas docentes y de los contenidos curriculares en los Institutos tecnológicos y en cuatro Universidades Experimentales.
Hay un detalle, de entrada, obviado por los proponentes: el crecimiento interanual de la población venezolana por el orden del (2,75 %), consecuentemente apareja una demanda ilimitada de bienes y servicios. Ante un incremento de solicitudes de distintos rubros para satisfacer las necesidades alimentarias, entre muchas otras, un modelo productivo campestre, de mínima escala, de mera condición subsistencial no resuelve la crisis; al contrario la profundiza por cuanto extiende, complica y entraba las posibles macro soluciones. Al tiempo que levanta falsas expectativas que derivan en desilusiones y frustraciones.
Para corregir la escasez estructural que hemos venido arrastrando lo propio es invocar la confianza, como palabra clave. Pero parece que la seguridad jurídica y personal, la producción intensiva, con la participación del sector privado, bajo el propósito de cumplir con los planes de abastecimiento nacional y a los fines de exportaciones excedentarias son anatemas para quienes rompen lanzas por el conuquismo del siglo XXI.
Por lo pronto surgen algunas ingenuas interrogantes que tal vez el coordinador del programa en cuestión las aclare. ¿Los productos generados en ese modelo retrógrado, en su totalidad serán para consumo interno de la comunidad, cual falansterio de Fourier, o habrá la posibilidad de algún intercambio con las lógicas de las ganancias que impone el mercado? Con idéntica agudeza, no poca gente pensante y crítica de los espacios académicos y de los sectores productivos les gustará conocer si los Ministerios de Educación Superior, Ciencia y Tecnología y de Agricultura y Tierras legitiman o por lo menos consienten una propuesta regresista, como la asomada. Quizás la misma se entronque con la tesis del regateo ya develada, como mecanismo expedito para abatir la inflación. Nos toca saber en lo adelante: cómo calzarán los planes, programas y perfiles ocupacionales en el diseño curricular con decidida impronta conuquera. Si, por ejemplo, Garabato I prela sobre Troja II. Si las instituciones universitarias destinadas a los fines de cumplir esta forzada pertinencia campesina darán igual número de unidades crédito a Escardilla II y a Chícora III. No tenemos dudas de quienes cumplirán las labores pioneras de docentes. Pero eso sí, siempre a la sombrita.
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