miércoles, 4 de enero de 2017



   LA TRANSFIGURACIÓN DEL DELITO
   Dr. Abraham Gómez R.
   Miembro de la Academia  Venezolana de la Lengua
      abrahamgom@gmail.com 
    
 Hace algunos años hubo intentos serios para clasificar, más o menos con cierta  tipología los hechos atroces cometidos.  A cada delito, por el modo y procedimiento, le daban un esquema para posterior referencia.
Hubo esfuerzos para precisar alguna nomenclatura, tipo registro de los delitos y de los  delincuentes. (El Modelo Biométrico de Bertillon, la  Biotipología de Kretschmer, Teoría de Inferioridad de Earnest Albert Hooton etc.)
 Cuando se tienen los rasgos comunes claros, para conceptuar a la delincuencia y a los delincuentes hay casi que una mejor manera de ejecutar las Políticas, planes y programas cuya finalidad  es la de contrarrestar este flagelo social, a partir de las taxonomías que llegan a ser del dominio de los  especialistas.
 Hasta hace algún tiempo, relativamente breve, desde los organismos de seguridad y orden público del Estado se hacían operativos con la presunción  de que los resultados serían ligeramente favorables a la tranquilidad ciudadana.
Pero, qué ha venido sucediendo últimamente. Por qué las acciones que propenden  a constreñir las fechorías   son pocas e inocuas. Por qué los índices  criminógenos van en aumento.
Interrogantes que concitan a muchas reflexiones.
En seguida, intentamos  una  explicación a tal   aserto.
Primeramente, los conceptos y las categorías que denominaban a la delincuencia y sus actos consecuenciales se han desdibujados, se han transfigurados. Hay que repensar este asunto societal hondamente.
 Los conceptos y palabras  tradicionales que usábamos  para  denominar hechos calificados como delitos ya no cuadran con la lamentable realidad que corre en estos días aciagos, fuertemente marcados por la criminalidad. En todos los espacios y niveles.
Por ejemplo, no hay horas específicas: los delitos ocurren lo mismo de día que de noche.
 Otro elemento que quedó atrás es el encuadramiento de los delitos en algunas temporadas. Solíamos decir que había unos meses del año que eran  como más propensos para hechos delictivos.
Ahora  en cualquier época  se cometen fechorías.
Antes señalábamos que ese era un fenómeno de las grandes ciudades. Resulta que indistintamente a la condición de metrópolis o pueblos las cifras rojas del delito las conseguimos sin distinción socio-económica.
 Había el atrevimiento de apuntar que la mayor proporción de los ataques a las personas o bienes estaban  dados invariablemente de pobres contra ricos; ya no hay diferenciación, porque en la actualidad encontramos a pobres arremetiendo contra pobres. Así clarito.
Podemos, en este curso de análisis, ir desenhebrando esta madeja:
una   cruda realidad, descrita sucintamente.
Qué opciones tenemos, entonces. Sería la pregunta. Tenemos, entre muchas otras,  tres alternativas: ser indiferentes, como si nunca nos fuera a tocar de modo directo.
 Otra salida, según algunos, sería huir espantados pero sin aportar nada para solucionarlo. Y la que nos impone la Conciencia Ciudadana: encarar desde múltiples ángulos esta problemática; porque estamos convencidos que un único sector oficial o de la sociedad civil en general no resuelve tamaña patología social. Ciertamente, estamos en presencia de una sociedad enferma.
Si. La llamamos enfermedad del colectivo porque así como  el organismo vivo se enferma tambien se enferma la sociedad, y no bastan las leyes  o los operativos de represión.
 A lo que hemos denominado fenómeno delincuencial tenemos que entrarle entre todos para buscar su eficiente corrección.
La universidad, que es nuestro ámbito natural de trabajo, ha estado, desde siempre comprometido en la solución de tal problemática en lo que sabe hacer: generar conocimientos. Para aportar soluciones, ya hay a disposición de quienes lo soliciten estudios enjundiosos de las Nuevas Tipificaciones delictuales de la Venezuela de hoy, producto de  historias de vida narradas por  sus  protagonistas.
 Estamos obligados a reestudiar este asunto que nos asfixia socialmente.




No hay comentarios:

Publicar un comentario