sábado, 28 de enero de 2017



Una Inteligencia diferente
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia venezolana de la Lengua

Hay una inquietud permanente entre quienes nos encontramos involucrados en la educación como Institución y Proceso: la actualización y transformación en positivo.
Cada vez son mayores los desafíos para  indagar qué hay de nuevo en el mundo pedagógico que guarde correspondencia con los cambios metodológicos, que nos permitan acceder con suprema idoneidad en las tareas recíprocas de enseñar y aprender, al mismo tiempo.
Hasta no hace mucho, se consideraba inteligente a una persona que hablaba varios idiomas, o aquélla que dominara los ejercicios numéricos; combinaciones de fórmulas químicas.
Recibía también la calificación de inteligente al profesional de la medicina que dedicaba muchas horas a complicadísimas intervenciones quirúrgicas; o quienes pronunciaban en un estrado un acertado discurso jurídico.
 No bastan los títulos, certificaciones, diplomas y demás acreditaciones. Tales dispositivos no son suficientes para determinar cuál es tu inteligencia.
Recientemente, ha adquirido auge La teoría de las Inteligencias Múltiples propuesta por el psicólogo estadounidense Howard Gardner como contrapeso al paradigma de una inteligencia única.

Este afamado profesor de Harvard sostiene que la vida humana requiere del desarrollo de varios tipos de inteligencias. No entra en contradicción, Gardner, con la definición científica que sintetiza a la  inteligencia, como la «capacidad de solucionar problemas”. El concepto de  inteligencia asume otro sentido y semántica.

Precisemos esta otra consideración al respecto: hay una palabra que empleamos desde hace una década, en los espacios universitarios, y  que siempre aconsejamos no usarla excesivamente en público. El término es “metanoia”; y se puede traducir por desplazamiento mental o cambio de enfoque, tránsito de una perspectiva a la otra.
 Este vocablo tiene una rica historia, a pesar  de no haber gozado de suficiente difusión en los últimos cien años.
Quizás tal transformación del nous (espíritu) educativo llevó al maestro español con alma de niño César Bona a concretar tales  ideas en el libro, de su autoría, titulado La Nueva Educación, que recorre en sus letras esta  preciosa cita: “Encontraremos piedras en el camino, pero compartir el mundo de los niños nos ayuda a entender que nada es imposible”.

Bona, un maestro que tiene la plena convicción de que otra educación es posible. Expone que con  una Visión diferente del mundo se  pueden inundar las  escuelas para transformarlas en espacios para la cooperación, el diálogo, la creatividad y las emociones.


Nominado al Global Teacher Prize, considerado el Premio Nobel de los docentes, dice “en las escuelas nos empeñamos en enseñarles a los niños, en lugar de invitarles a aprender. Aprender para enseñar. No podemos olvidar jamás que si queremos enseñar, quienes primero tenemos que estar aprendiendo somos los maestros. Yo no hago nada tan sólo me divierto en clase. Los maestros somos unos privilegiados porque cada día tenemos la oportunidad de sumergirnos en una piscina infinita de imaginación, de ilusión y de inspiración de la cual todos y cada uno de nosotros se nutre”.


El verdadero aprendizaje llega al corazón de lo que significa ser humano. A través del aprendizaje nos re-creamos. Con los aprendizajes nos capacitamos para hacer algo que antes no podíamos. Por intermedio del   aprendizaje percibimos nuevamente el mundo y nuestra relación con él. El  aprendizaje nos ensancha la capacidad para crear, para formar parte del proceso generativo de la vida

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