ESA EXQUISITA PERVERSIÓN DEL CAPITALISMO (II)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Hay quienes, sin el menor recato, todavía tienen la desfachatez de autocalificarse, en el presente régimen,
como redentores de la humanidad; al tiempo que pregonan con insistencia que
ellos son “enviados providenciales” para salvar a la patria; y dicen tener la
mejor Política Económica que la historia jamás haya conocido, para enfrentar una
ficticia “guerra económica” que ellos mismos se inventaron.
Debemos comenzar por develar que por ineptos hace rato, ese pesadilla
de guerra económica la están perdiendo; porque se han topado con la
propia realidad. Vea usted la catástrofe humanitaria, en que nos han subsumido.
No pueden maquillar ni caerle a
cobas al drama y cuadro de patética miserableza que golpea
a la población venezolana, sin diferenciación de ninguna naturaleza. Excepción
hecha de los enchufados por cuanto esos si disfrutan de privilegios y canonjías.
A los propagandistas del
gobierno le decimos una y muchas veces que las cosas no se transforman con retóricas
vacías. Los estómagos no se llenan con artificios y palabrerías carentes de
contenidos.
Los capitostes del régimen pretenden hacer entender, a fuerza de
engañifas, que ellos son “una maravilla” en el manejo y control de las
variables económicas.
A cada rato montan “un circo” cuya denominación siempre es una pomposidad,
de factura cubanoide.
De triste y vergonzosa recordación, lo que quisieron que el pueblo
digiriera como “Venezuela Potencia”, cuando la realidad los puso al
descubierto: hambre, miseria y desesperación. Los vertebra el desacierto en
todo cuanto intentan hacer. Nada les sale bien porque son incapaces hasta decir
basta.
Hay una comparsita de supuestos inversionistas del sector privado; no
son sino los testaferros de funcionarios crápulas.
Ese hatajo (con h) de caricaturas de capitalistas son los que obtienen sus
jugosas tajadas, por prestarse para cualquier tramoya que arme el régimen. Su
papel es servir de utilería en la estrategia deleznable de distraccionismo.
Podemos exponer en una síntesis que el Capitalismo no ha tenido nunca
intenciones de ocultar sus propósitos. El Capitalismo como sistema
socio-económico no esconde sus intereses para controlar algunas específicas
esferas de la vida. El capitalismo es lo que ha sido siempre.
Póngale la etiqueta que desee, el capitalismo aflora, revienta costuras
y deja en pena a los maquilladores políticos.
El capitalismo configura un modo de producción que los sistemas
políticos están en la libre decisión de asumirlo o dejarlo a un costado.
Lo que no permite el Capitalismo es que se juegue con tratativas raras.
Por ejemplo, que se diga que el país tiene un esquema socio-político-económico
Socialista, y en realidad es Capitalismo. Es Capitalismo lo que usted encuentra
en todas partes, principalmente, el más odioso tal vez: El Capitalismo de
Estado.-
Los negociadores oficialistas
cuando viajan por el mundo, asistiendo a conferencias internacionales para
intentar, la compra-venta de nuestro petróleo, manejan las fórmulas del Capitalismo
puro y duro. Allí no hablan en claves de Socialismo porque los mandan bien
largo al cipote.
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