53 años del Acuerdo de Ginebra
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia venezolana de la Lengua.
Único documento que poseemos, actualmente,
para insistir en el reclamo de lo que nos pertenece: La Guayana Esequiba; luego
del vil despojo que se le hizo a nuestra nación con el Laudo Arbitral de París
en 1899.
Debo enfatizar que los
límites no son limitaciones sino oportunidades de crecimientos. Una aritmética de
convivencia fronteriza.
Pareciera que los espacios geográficos
fronterizos no fueran nuestros; no obstante, llegar a equivaler casi que un
sesenta por ciento del territorio nacional y estar habitado por una quinta
parte de la población.
Mientras que los demás
países con quienes hacemos costados fronterizos adelantan audaces políticas en
esa materia, nosotros seguimos exhibiendo una muy débil pared demográfica, en
lamentables condiciones de aislamiento y pobreza; cuya inmediata consecuencia
es un marcado desequilibrio geopolítico.
De las carencias
nuestras en las Políticas para los espacios fronterizos se han aprovechado los
gobiernos guyaneses; desde Cheddy Jadgan, Forbes Bornham, sucesivamente hasta David Granger; es decir, desde que se
firmó el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966 hasta hoy, todos los
presidentes de esa excolonia británica han hecho lo que les ha dado la gana;
han irrespetado el mencionado acuerdo: el único documento que denuncia la
maniobra artera de la que fuimos víctimas por parte de un tribunal vendido al
Reino Unido.
El Acuerdo de Ginebra contempla en su artículo V, lo
siguiente: “Con el fin de facilitar la
mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento, nada de lo contenido
en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución por parte de Venezuela,
el Reine Unido o la Guayana Británica de cualesquiera bases de reclamación de soberanía
territorial en los Territorios de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera
derechos que se hubiesen hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía
territorial o como prejuzgando su posición con respecto su reconocimiento o no
reconocimiento de un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de
ellos sobre tal soberanía territorial. Ningún acto o actividad que se lleve a
cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para
hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los
Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de
soberanía…..”
Sin embargo, Los gobiernos que ha tenido Guyana de cualquier
signo político, ya sea del partido Indoguyanés el Partido del Progreso Popular
(PPP), o el afroguyanés el Congreso Nacional Popular (CNP), aunque se
antagonizan entre ellos para muchas cosas, pero coinciden en prolongar la
deleznable posición de desconocimiento y desacato al contenido y aplicación del
Acuerdo de Ginebra, al cual han mandado bien largo al cipote, y han otorgado
concesiones a más de treinta empresas transnacionales
para que exploren, exploten y comercialicen con los inmensos recursos
auríferos, madereros, energéticos, petroleros, faunísticos, mineros de todo
tipo etc. Ya no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos
arrebataron, sino además han permisado a grandes consorcios para que operen en
el espacio marítimo que genera la Zona en Reclamación: la costa atlántica propiamente, nuestro Mar territorial, Zona
Contigua y Zona Económica Exclusiva.
Los Esequibanos y Esequibistas que hemos venido defendiendo
por honor y justicia en las distintas instancias nacionales e internacionales
lo que a nuestro país corresponde desde la estructuración de la Capitanía
General de Venezuela de 1777, debemos dejar sentado ante la historia que lo más
peligroso para nosotros en esta reclamación, a la luz del Derecho
Internacional, es la Aquiescencia, la permisividad de nuestros gobiernos. Aunado
al principio de Aquiescencia ya citado, tal vez resulte fácil a Guyana invocar,
en tribunales internacionales, el principio de Estoppel, o de contradicción de
los actos propios.
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