La disposición de la locura
ideologizada.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Podemos iniciar esta breve reflexión con interrogantes, que
casi todos nos hacemos. Preguntas directas, del tipo: ¿por qué los pueblos
llegan a padecer las aberraciones de sus gobernantes?
¿Por qué no podemos detectar temprano, que quienes resultan
electos para altas funciones ejecutivas, traen (de paquete) la psiquis
estropeada?, o ¿las interminables problematizaciones a las que se enfrentan,
terminan por predisponerlos a específicas perversiones mentales?
De todas maneras, las consecuencias de lo anteriormente
descrito, las pagan los países. Gente que confía, que atribuye demasiada
credibilidad.
El asunto estriba, añadimos nosotros, en que algunos jefes de
Estado del mundo, y sus cercanos colaboradores, “enloquecen” al llegar al poder, o en el curso de su ejercicio pierden toda perspectiva.
Particularmente interesante es el análisis que aún seguimos
haciendo del caso de los principales protagonistas de la II Guerra Mundial:
pavoroso conflicto que costó la vida a más de cuarenta millones de personas, y
que dejó tras de sí una larga secuela de sufrimiento sobre inocentes seres
humanos.
Usted no se ha percatado que cuando los mandatarios de carácter mesiánico se
enferman; los servicios secretos a su orden tienden a negar hasta al final su
grave estado de salud para seguir aferrados al poder.
No son inventos de nueva data. Los aduladores de oficio, que
siempre han merodeado las mieles en las alturas, buscan tapar todo (inmundicia
incluida, como los gatos) hasta que al terminar sus tiempos y vidas, los desvaríos y demás tropelías se descubren.
La triste y peligrosa realidad de insania mental de los gobernantes
se le oculta a la población, atendiendo a una fórmula ominosa denominada
“secreto de Estado”. La gente se viene enterando después que los males han
causado estragos.
De qué otra manera, podemos intentar conseguirla una
explicación, más o menos lógica a lo que está ocurriendo en nuestro país, en
estos momentos.
Procedamos a una brevísima narrativa al respecto: un hatajo (con
h) de ineptos y perturbados han secuestrado al pueblo y al Estado Venezolano: a
la gente y a las leyes. Tuercen las normas, constitucional y legales; para
que respondan a sus desquiciados caprichos, y aplicarlas a su libre saber y
entender.
Lo otro ha sido un solo someter a las personas, mediante el chantaje de sus
medios alimentarios y de salud. Sin embargo, ofrecen cooperación para la subsistencia
y asistencia sanitaria a otras naciones.
Declaran que han tenido una persistente guerra económica y
bloqueo; pero, anuncian y disponen de inmensos recursos para el equipamiento
bélico.
Provocan una vergonzosa diáspora de compatriotas, luego
realizan sendas caricaturas de operativos para intentar repatriarlos.
Se declaran sin recursos para el funcionariado del Estado
venezolano; no obstante, programan actividades festivas y de conciertos para
distraer a la opinión pública, y utilizar a bastantes imbéciles de escudos
humanos en caso de una confrontación armada.
Me atrevo a señalar que hay mucha desesperación y angustia en
los estertores del régimen saliente, que pronto será de ingrata recordación en
la historia contemporánea de Venezuela.
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