martes, 14 de abril de 2020




             “Las clases pueden esperar”

Tal es la opinión de Abraham Gómez, doctor en ciencias sociales, profesor universitario y miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, quien ha venido proponiendo, inclusive a nivel del Ministerio de Educación que “ ya hay bastantes inquietudes, temores e incertidumbres, a lo interno de los hogares, para que en una aparente medida aunque  en  con buenas intenciones, pero incorpora bastante desasosiego entre padres, madres, familiares y, obviamente, en los niños y jóvenes que se encuentran en un proceso tradicional presencial de enseñanza-aprendizaje”


¿Qué propone usted al respecto, para aprovechar el tiempo de cuarentena dentro de las casas?

Hay algunas categorías que debemos dejar en claro: diferenciar entre casa y hogar; constituyen dos vocablos completamente diferentes. Otro elemento, no menos importante, por la difícil circunstancia que estamos viviendo es que el espectro de la educación es mucho más abarcativa que limitarse a dar clases de contenido programáticos, algunas veces improvisados, donde se deja a un costado el reforzamiento de los componentes psico social y socio emocional de los niños.

Así entonces, propuse a las autoridades del Ministerio, que congelaran por tres meses las actividades presenciales en los planteles, y que ese tiempo sea aprovechado en los hogares para ofrecer conocimientos para toda la vida, a través de actividades domésticas, sensibilización, incentivación de valores, cooperación familiar, despliegue de tareas culturales.

La educación no es únicamente lo que contiene la malla curricular y que hay que cumplirlo en un determinado lapso. La Educación va mucho más allá, es permanente es para que  discurra con nuestras existencias.”

¿La propuesta suya, tiene algún fundamento teórico?

Por supuesto. Primero me estoy basando en los postulados filosóficos de la educadora María Montessori, en su Educación con autonomía para la Libertad, que sostiene al educando con centro del proceso (paidocentrismo); así también, incorporo las bases del aprendizaje significativo de Ausubel y la asimilación de saberes por   descubrimiento de Bruner. Y por su fuera poco, refuerzo, mi propuesta con el constructivismo sociocultural de Vygotsky y la pedagogía crítica de Freire.
De tal manera que si suspendemos por 90 días el sistema tradicional venezolano no provocamos ninguna catástrofe; al contrario, posibilitamos que los niños y jóvenes aprehendan (capten) conocimientos que les servirán para toda la vida.

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