Educación y Libertad: dimensiones siamesas.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua.
A propósito de
esta fecha, primero de abril, que ha quedado institucionalizada mediante un acuerdo
entre la ONU y la UNESCO, como Día Mundial de la Educación, podemos pergeñar
algunas breves reflexiones al respecto; las cuales apuntan con certeza a
reconocer que, desde siempre, la humanidad ha reconocido y valorado a la Educación
como una necesidad intrínseca y natural de los seres humanos.
Admitimos como un
hecho natural, en todos los escenarios no necesariamente escolares, (ha sido
suficientemente estudiado), que la Educación constituye un idóneo fenómeno
subjetivo y social que se posibilita únicamente entre humanos; saben por qué, porque
el resto de los animales se adiestran, es decir: responden y se hacen sumisos a
los designios de la diestra de alguien. Los animales dan sus manifestaciones instintivas
por su propia supervivencia.
Prestemos
atención que estamos planteando, determinante y esencialmente, a la Educación
en base a sus tres componentes constituyentes: el factor instruccional (contenidos
curriculares, programáticos), el cual se imbrica con los otros dos, no menos
importantes: la socialización y la personalización ( la dimensión axiológica –
valores-).
Por eso
argumentamos, de manera reiterada: La educabilidad adquiere pleno sentido únicamente
entre humanos; porque la Educación nos posibilita abrir nuestras
mentes (eso no cuenta para el resto de los animales); además, con la Educación nos motivamos, promovemos y
alentamos las conciencias individuales y societal. Con la Educación replicamos
valores religiosos, ético-morales, políticos, estéticos, económicos etc.
Conocimientos, socialidad
y axiología constituyen una exquisita amalgama que potencia el crecimiento y
desarrollo humano.
Así entonces,
admitimos con la mayor transparencia que para lograr el fenómeno
humano integrativo, arriba citado, la Educación obtiene de suyo un aliado indesligable:
la Libertad.
Educación en/con Libertad
comporta y define nuestro modo de ser, de aprehender la realidad, de buscarle
explicaciones a la vida, que se nos presenta, a veces, como un rizoma existencial (G. Deleuze, dixit).
Luce un
discernimiento filosófico, cierto, pero así exactamente se nos presenta.
Van aparejadas la
Educación y la Libertad: dimensiones siamesas,
sin la menor posibilidad de separación; porque una y otra se requieren, se
necesitan, se complementan vitalmente.
Un proceso educativo sin libertad vendría a
ser poco menos que una aberración, una incongruencia.
A lo primero que
le echan mano los regímenes totalitarios, con intención de reproducirse, es a
la educación; poniendo como excusas las manoseadas reformas, que no lo son.
Determinantemente,
todo proceso de enseñanza-aprendizaje debe observar como base sustentadora la
Libertad de ser, pensar, decir y actuar. Lo contrario es adoctrinamiento
(indoctrinación), contaminación ideologizante.
Las sociedades
modernas abominan de las formas dogmáticas propias de algunas estructuras
políticas-partidistas, que privilegian y exigen de sus conmilitones conductas
inmutables. Les imponen predisposiciones a callar, a volverse una nadería; a cerrarse
ante las evidentes realidades. Llegan incluso, quienes así se comportan, a
socializar idioteces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario