Si la Guayana
Esequiba es nuestra, los esequibanos también.
Dr.
Abraham Gómez R.
Miembro
de la Academia Venezolana de la Lengua.
En la presente circunstancia, que nos lleva a cumplir la cuarentena
decretada por las autoridades; obviamente, nos vimos obligados a interrumpir la
agenda que habíamos venido desarrollando por varias ciudades del país, desde el
año pasado; a través de la cual atendíamos
invitaciones de universidades, instituciones
de educación media, gabinetes de seguridad y defensa, circuitos judiciales organizaciones
no gubernamentales, retenes carcelarios, entidades culturales, museos
históricos, logias masónicas etc., con la finalidad de exponer e intercambiar
criterios sobre el asunto litigioso por la Zona en Reclamación.
Les manifiesto que, inescapablemente, siempre aflora una inquietud
por parte de quienes asisten a las conferencias: porqué se hace necesario e
importante insistir que ese pedazo de tierra es nuestro.
Ante la justificada “perplejidad”, respondemos de la siguiente
manera: esta lucha centenaria no solo apunta a acaudalar para nuestro país las
inmensas riquezas de todo tipo que allí se encuentran; sino además abrigamos intrínseca y naturalmente el principio de sano nacionalismo de reivindicación histórica; porque nos arrebataron, de modo vil, esos
159.500 km2, a través de una maniobra artera, urdida entonces por el
Imperialismo Inglés y Rusia; cuando conformaron ( y sin que permitieran la
presencia de la representación venezolana) el tribunal que decidió despojarnos
de la denominada Guayana Esequiba, mediante la sentencia del Laudo Arbitral, celebrado en
París, el 3 de octubre de 1899.
De manera que hemos arrastrado tal reclamación desde hace más de un
siglo, no por capricho o malcriadez diplomática.
Hemos sostenido tal contención porque tenemos suficientes elementos
probatorios: históricos, jurídicos, cartográficos, sociales, políticos y
morales que nos asisten.
Permanentemente estamos dispuestos a continuar, en las instancias
que sean necesarias, hasta que se logre hacer justicia a Venezuela del daño
patrimonial territorial que se nos perpetró.
Tenemos los Justos Títulos, que
han sido traslaticios, desde que nos constituimos como Capitanía General de
Venezuela, el 8 de septiembre de 1777.
Añadamos al citado documento
el acta de reconocimiento de nuestra Independencia por parte de España, el 30
de marzo de 1845; en cuyo texto de renuncia y cesión, Su Majestad Católica (S.M.C)
Isabel II “usando la facultad que le
compete por decreto de las Cortes Generales del Reino de 4 de diciembre de
1836, renuncia por si, sus herederos y sucesores, la soberanía, derechos y
acciones que les corresponden sobre el territorio americano conocido bajo el
antiguo nombre de Capitanía General de Venezuela, hoy República de Venezuela; y
a consecuencia de este acto admite como
nación libre, soberana e independiente a la República de Venezuela compuesta de
las provincias y territorios expresados en su Constitución y demás leyes
posteriores…..”(omissis).
De tal manera que la séptima parte de nuestra extensión territorial,
de la que nos despojaron, la reclamamos con suficiente fortaleza y asidero jurídico.
Sin embargo, también he expuesto, como autocrítica, que siempre nos
ha parecido que caen en una seria contradicción quienes se dicen defensores de
la Guayana Esequiba, pero nunca hablan de la considerable población que ocupa
ese territorio.
En la Guayana Esequiba conseguimos importantes ciudades,
pueblos y asientos demográficos de varios tipos y clases sociales, cuyo
registro censal, más reciente, arroja una población que sobrepasa las 600.000
personas, incluyendo a las etnias Waiwai, Makushi, Arawaks, Akawayos, Saraos,
Patamonas, Caribes y Wapashi.
La mencionada geografía humana, que convive en ese territorio, debe
llamar el interés y la preocupación de quienes ejecutan Políticas Públicas, por
parte del Estado venezolano con la finalidad de corresponderles debidamente y
como se merecen, en todas las áreas pertinentes a su subsistencia.
Estamos obligados a enlazarnos como compatriotas, con esos grupos
humanos, tan venezolanos como cualquiera de nosotros.
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