Guayana
Esequiba: consenso imprescindible a todo evento
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos
de Venezuela
Cuánta satisfacción sentimos al momento
de conocer que el primer acuerdo conseguido, tras las negociaciones iniciales
en México, entre las representaciones del gobierno y la oposición, haya sido,
precisamente, la defensa integral de nuestra Guayana Esequiba.
Consenso, alcanzado por los integrantes de las delegaciones, con base al contenido del Acuerdo de Ginebra, suscrito el 17 de febrero
de 1966.
En el texto que emanó de la mesa de
discusiones, cuya redacción ha sido de unánime aceptación, podemos leer: “ Ratificar los derechos históricos e
inalienables de la República Bolivariana de Venezuela sobre el territorio de la
Guayana Esequiba, conforme a los cuales la frontera oriental de Venezuela es la
medianera del río Esequibo”.
La anterior aseveración concluyente y reivindicatoria tiene eo- ipso suficientes asideros, desde el punto
de vista histórico, jurídico, cartográfico y demográfico, entre muchos otros.
Así entonces, permanentemente lo hemos venido explicando,
en que no hay absolutamente nada de que temer
en la contención que libramos para que se imponga la justicia, por el vil arrebato del cual fuimos
objeto con el Laudo Arbitral de París, del 03 de octubre de 1899.
Los documentos que posee el Estado
venezolano constituyen una extraordinaria alforja de Justos Títulos, considerados
iuris et de iure – no admiten pruebas en contrario- .
Únicamente a nuestro país le bastará con solo presentar la
Cédula Real de Carlos III, del 8 de septiembre de 1777, cuando se crea la
Capitanía General de Venezuela, con la cual nacemos ante el mundo; documento que
incluye a las provincias de Maracaibo, Caracas, Nueva Andalucía (Cumaná),
Margarita, Trinidad y Guayana que abarcaba hasta la mitad del río Esequibo. Escrito
fundacional que está cumpliendo 244
años, a través del cual quedamos, formalmente, constituidos como entidad política-administrativa. Prueba tangible
e irrefutable, para exhibir orgullos ante la Corte, o en el escenario jurisdiccional
que sea menester.
Por tal razón los comisionados de
ambas fracciones, que disciernen en la capital azteca para buscar soluciones a
los problemas de nuestro país, no tuvieron ningún tipo de limitaciones para
fijar posición ante un hecho que debe concitar la unión de todos los
venezolanos.
Aunque nos encontremos en el
torbellino de un proceso electoral, se hace imprescindible prestarle atención a la opinión de la inmensa porción de compatriotas venezolanos coincidentes
en que lo peor que podemos hacer es
abrir una innecesaria e inconveniente confrontación política-partidista interna
en nuestro país, por el Esequibo en este momento apremiante, cuando
estamos en una muy seria confrontación jurídica por la
séptima parte de la geografía venezolana, que nos arrebataron de manera alevosa
y vil.
Hoy, más que nunca, se hace impretermitible,
en tanto condición necesaria pero no suficiente, la absoluta y sólida unidad de
todos los sectores, sin excepciones.
Por esos nos satisfacen los razonamientos y
conclusiones que salen al unísono, a partir de las deliberaciones de las delegaciones,
ya descritas.
No hay vuelta atrás. Nuestro
presente se signa mediante un hito histórico disyuntivo. Estamos
obligados a insistir sin posiciones
elusivas o reticentes, un hecho de vital trascendencia para la vida de la
nación: la Guayana Esequiba siempre nos ha pertenecido.
Bien sea, mostrarlo y demostrarlo,
de llegarse el caso ante la Corte Internacional de Justicia, a donde hemos sido
citados, para el 08 de marzo del año 2023; cuando nos corresponda consignar el
Memorial de Contestación de la Demanda, por el recurso interpuesto en contra
nuestra por Guyana.
O la otra posibilidad, nada desdeñable, la que
ambos bandos delegatarios en México, acaban de concordar: “La búsqueda de una arreglo práctico y satisfactorio, y mutuamente
aceptable de la controversia entre las partes, en el litigio: entre Venezuela y
Guyana”.
Por cierto que, el noruego, señor Dag
Nylander, quien ahora se encuentra en plan conciliador, en México, entre los representantes
del gobierno y la oposición venezolana, es el mismo, que en el año 2017,
cumplía las funciones de mediación, otorgadas por el Secretario General de la
ONU, Antonio Guterres, en el caso de la Zona en Reclamación; entonces, como ya
sabemos, la contención fue remitida a la Corte Internacional de Justicia.
La presente circunstancia por la
que atraviesa la patria – concretamente en el caso litigioso por la Zona en Reclamación—nos
obliga a pensar, con bastante inteligencia: qué debemos hacer y bajo cuáles
estrategias nos comportaremos como país, uniformemente.
Ya habrá tiempo para el “pleito
chiquito”; pero este instante no es el momento de resentirse o cuestionar dónde
estuvieron los errores, torpezas o desaciertos en el manejo de la contención
contra la excolonia británica.
La posición clara y contundente
que ha dimanado siempre desde nuestra Cancillería se sintetiza en la constante
invitación a la representación de la
excolonia británica en estos términos:: “En
vista de la clara posición de Venezuela de no asistir a la Corte sobre la base
de que ésta carece de jurisdicción sobre la llamada “demanda” de Guyana, en un
procedimiento que no encuentra acomodo en ninguna disposición del Estatuto, por
la falta del consentimiento de Venezuela….una vez más, invita con sinceridad a
la hermana República Cooperativa de Guyana a renovar la negociación a la que
ambas naciones están obligadas en virtud del Acuerdo de Ginebra, único
instrumento internacional especialmente suscrito para regir la controversia.”
Tanto en la Corte o bajo la
figura de la negociación directa,
debemos exhibir unidad; con lo cual
demostraremos al resto del mundo que
somos dignos herederos de las glorias y conquistas históricas de nuestros
próceres e insignes libertadores.
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