Guayana Esequiba: hoy
se cumplen 122 años de una vergonzosa sentencia arbitral
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia
Venezolana de la Lengua
Miembro de la
Fundación Venezuela Esequiba
Miembro del Instituto
de Estudios Fronterizos de Venezuela.
Una inmensa mácula
sigue gravitando sobre los propiciadores de la decisión alevosa y vil que nos
perpetró el arrebato de una séptima parte de nuestra geografía.
Apreciemos lo siguiente
para que tengamos una idea del daño que nos causaron con el Laudo Arbitral de
París: la extensión de los 159.500 km2 que nos quitaron es mucho más grande que
los estados Zulia, Táchira, Mérida, Trujillo, Lara, Falcón y queda todavía una
considerable porción territorial donde caben las entidades Carabobo y Aragua.
No es poca cosa.
Nótese que nos estamos
refiriendo únicamente a lo territorial. Hacemos abstracción de los
incuantificables recursos de todo tipo. Tampoco hemos aludido a la proyección
atlántica que se genera, consecuencialmente. Porque a todo territorio ubicado
en la costa, le corresponde un espacio marítimo a partir de una línea base,
conforme a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
Se cumplen (122) años
de esa añagaza política-diplomática (3
de octubre de 1899), cuando las potencias inglesas, rusas y estadounidenses se
complotaron para cercenarle a Venezuela lo que siempre ha sido nuestro: la
Guayana Esequiba.
Se compuso, de forma
amañada, un tribunal de arbitraje donde no participó ningún representante de
Venezuela. Estructurado este órgano
sentenciador por cinco miembros: dos estadounidenses que fungieron como
delegados de nuestro país, dos ingleses por el Reino Unido y el quinto miembro
como elemento imparcial, que sería el presidente. Precisamente, este último fue
quien más tuvo un comportamiento dañoso hacia nosotros.
Veamos: la Corte
Suprema de Estados Unidos de América designó a Melville Weston Fuller y a David
Josiah Brewer, ambos miembros de la citada institución jurisdiccional, para que
fueran los voceros legales, plenipotenciarios, por Venezuela.
Así, además, integraron
el jurado arbitral por el Reino Unido, Sir Richard Henn Collins (inglés), Barón
Herschell (inglés), sustituido al fallecer por Charles Barón Russel de Killowen
(miembro del Consejo Privado de la Reina); y el presidente del Tribunal,
seleccionado por los cuatro miembros anteriores. Cuya responsabilidad recayó en
Federik de Martens (ruso), quien para entonces cumplía funciones de catedrático
de las universidades británicas de Cambridge y Edimburgo y por añadidura
miembro permanente del Consejo del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Rusia, entonces Imperio ruso. De tal manera que así se armó toda una tratativa,
cuyo resultado sentencial ha sido patentizado a lo largo de la historia de los
arbitrajes en el mundo como una vergüenza.
Hoy, recordamos tal
fecha con consternación, pero no rendidos. Contrariamente, elevamos, de modo
permanente y clara, nuestras voces de protesta por tal ignominia.
Las labores de
latrocinio y rapiña por parte de los ingleses se enarbolaron al oeste del río
Esequibo, espacios geográficos que siempre han sido nuestros y sobre los cuales
poseemos Justos Títulos. La conformación de ese tribunal llevaba la
predeterminación de conferirles a los ingleses lo que jamás habían descubierto;
lo que nunca poblaron y mucho menos civilizaron.
Vamos a decirlo,
apropiadamente, en las claves narrativas del insigne Rafael María Baralt:
“antes de que brillara la aurora de nuestra independencia, Inglaterra no cesó
de promover en nuestra tierra un sistema tan cínico como maquiavélico de
contrabando”
Hemos estado reclamando
para nuestra Nación venezolana la devolución de la Guayana Esequiba; algunas
veces con ímpetu, otras con flaquezas y debilidades.
Reconocemos,
innegablemente, que hemos cometido errores, desaciertos e impropiedades; sin
embargo, nuestra lucha reivindicativa cada vez se vuelve más inmarcesible. Se
crean fundaciones, organizaciones no gubernamentales, nos enorgullecemos de la
indeclinable posición de las Academias, la Fundación Venezuela Esequiba, Mi
Mapa de Venezuela, la Asamblea Nacional,
el Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela, el COVRI; en fin, hay
actividades permanentes de esta hermosa amalgama de entidades y personalidades
que no desmayaremos en esta noble causa.
Los reclamos que hemos
intentado por vías diplomáticas, políticas y jurídicas no están sustentados en
caprichos chauvinistas, reacciones intemperantes, desproporcionadas o injustas.
Hemos explicado en las instancias internacionales correspondientes las razones
y argumentos sociohistóricos y jurídicos que nos asisten. Que no son
empecinamientos o malcriadez diplomática.
Lo hacemos convencidos
de que la Corte Internacional de Justicia, donde ha sido referida la contención
– por cuanto la excolonia británica interpuso un recurso en nuestra contra–,
aunque no tiene la jurisdicción ni la
competencia para conocer forma y fondo de este asunto litigioso; pero que sin
embargo, se lo auto-adjudicaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario