Guayana
Esequiba: incontrovertible espacio humano de nuestra patria
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Fundación Venezuela
Esequiba
Miembro del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Asesor de la Comisión por el Esequibo
y la Soberanía Territorial
Consultor de la ONG Mi Mapa
Siempre nos
ha parecido que caen en una seria contradicción quienes se dicen defensores de
la Guayana Esequiba- sobre todo- desde hace algunos meses para acá; sin
embargo, nunca los escuchamos argumentar razonada y propositivamente de la
considerable población que ocupa esa extensión territorial que nos fue
arrebatado, vilmente, hace ya más de cien años.
Por propia
experiencia – producto de mis visititas a la zona-- puedo mencionar que aflora
una inmensa motivación por parte de los esequibanos --que viven en esa parte de
Venezuela-- para intercambiar ideas, experiencias y conocimientos históricos
con nosotros. Esos compatriotas tienen necesidad de saber, en esencia, cómo se
conformaron desde el punto de vista político-administrativo.
Ellos desean concienciarse
qué fue lo que sucedió realmente. Así entonces, con tales fines, no piden que les
expliquemos en qué consiste un documento llamado “Laudo de París” y otro
denominado Acuerdo de Ginebra.
También hago
expresa mención que los Esequibanos que viven aquí, entre nosotros: entre nosotros:
Tucupita, San Félix, Tumeremo, Ciudad Bolívar, Puerto Ordaz, Barrancas del Orinoco
etc. aún conservan algunas tradiciones religiosas, medicinales; sus propias instrumentaciones
en cuanto al cultivo de la tierra y producción piscícola, sobre manufactureras
en general; eficiencia en las actividades gastronómicas. Poseen sus intrínsecas
metodologías educativas.
Acaso no
podemos nosotros aprovechar esos conocimientos; al tiempo que, en tal dialógica
de saberes, los Esequibanos reciban las necesarias asistencias para que
refuercen el carácter identitario de la venezolanidad; con la finalidad de que ellos
se conviertan en agentes transmisores y repliquen tales componentes patrios hacia
sus familiares, que aún viven en la Guayana Esequiba.
Hagamos propio
y oportuno el conocido Principio: “La
identidad nacional no se impone ni se decreta, sino que se construye y se
constituye progresivamente”. Este es el momento precisamente de imbuirnos
en estas específicas tareas de recíproco comportamiento e imbricación humana.
Prestemos
atención a lo que, estratégicamente, han venido haciendo todos los gobiernos
guyaneses, desde Forbes Burnham hasta el actual Irfaan Ali.
En sus
respectivas gestiones han destinado presupuestos para acometer infraestructuras
de escuelas, hospitales, hoteles, balnearios, medios de comunicación audiovisuales,
vías carreteras, pistas de aterrizajes, puestos militares etc.; además,
sensibilizan a niños y jóvenes, con carácter recurrente, en procesos de ideologización e identidad hacia
esa nación.
Cantan el
himno e izan la bandera guyanesa en los planteles escolares y demás
instituciones públicas.
Todas las
fechas que ellos consideran patrias le confieren particular reforzamiento.
Si antes, en
condición de nación pobrísima, se apoyaban en los aportes dadivosos
suministrados por la Commonwealth; desde hace cinco años para acá --con la
Exxon a la cabeza de todo este enjambre esquilmador-- no tienen reparos o
limitaciones en los gastos e inversiones oficiales; por cuanto, están
percibiendo inmensos caudales de recursos dinerarios producto de la ilegal
explotación petrolera, maderera, energética y minera, en el área en conflicto y
en la proyección atlántica, sin delimitar.
Cuando
analizamos la Constitución de la República Cooperativa de Guyana de 1980, nos
conseguimos con la auto asignación y la distribución político-territorial que
ellos han establecido, precisamente en la Guayana Esequiba, en flagrante
violación del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966; que
determinantemente señala, en su artículo V,
numeral (2):
“Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en
vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar
una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la
Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía en dichos territorios,
excepto en cuanto tales actos o actividades sean resultado de cualquier
convenio logrado por la Comisión Mixta y aceptado por escrito por el Gobierno
de Venezuela y el Gobierno de Guyana. Ninguna nueva reclamación o ampliación de
una reclamación existente a soberanía territorial en dichos Territorios será
hecha valer mientras este Acuerdo esté en vigencia, ni se hará valer
reclamación alguna sino en la Comisión Mixta mientras tal Comisión exista”.
Con la
descarada entrega de concesiones –inconsultas y unilaterales-- a las empresas transnacionales
pretenden, sibilinamente, “hacer valer o crear derechos de soberanía”.
En el
concierto de las relaciones internacionales, lamentablemente los países no
tienen amigos sino intereses. Lo estamos percibiendo, en los últimos meses,
precisamente; porque esta zona está siendo considerada de un extraordinario potencial
por las reservas probadas y calidad de los recursos petrolíferos, la ubicación
geoestratégica y su proyección e interconexión con los países de Suramérica.
Hay quienes
se atreven a ser explícitos en sus consideraciones – no exentas de
polémicas—que las verdaderas fronteras son políticas y económicas y no
jurídicas.
La Guayana
Esequiba constituye un territorio con incalculables riquezas mineras, hídricas,
forestales, energéticas, edafológicas, gasíferas, petroleras etc. Territorio
muchísimo más grande que algunos países europeos, asiáticos y
centroamericanos. Con extraordinario
potencial de desarrollo sostenible.
Debemos
reconocer que no sólo EE. UU tiene las manos metidas allí, a través de la EXXON
y la CGX; sino también está operando la CNOOC de la China, la SHELL de Holanda,
la ANADARKO de Canadá. Son muchísimas que saben, por exploraciones científicas,
lo que allí está en juego.
Según su
Carta Magna, Guyana delimitó, toda la extensión, correspondiente a nuestra
Guayan Esequiba en las siguientes regiones: Guainía-Baruma; Poomeron-Supenam;
Cuyuní-Mazaruni; Potaro-Siparuni; AltoTúkutu- Alto Esequibo. En cada una de
estas regiones eligen un gobernador; que indistintamente del partido que sea
PPP o del CNP, lo más importante es que responda a la programación diseñada y
ejecutada a partir de directrices emanadas del nivel central; asegurando uniformidad
de criterio para la conservación identitaria en la zona.
Hasta donde
la Fuerza de Defensa de Guyana (GDF) nos permitió, recorrimos buena parte de
esa inmensidad de territorio, y nos conseguimos importantes ciudades, pueblos y
asientos demográficos de varios tipos y clases sociales; en cuyo registro
censal, más reciente, arroja una población que sobrepasa las 300.000 personas,
incluyendo a las etnias Waiwai, Makushi, Arawakos, Akawayos, Saraos, Patamonas,
Caribes, Waraos y Wapashi.
Agradezco, en
lo personal, que nuestro trabajo de indagación académica ha sido suficientemente
ponderado y reconocido; lo cual constituye honda satisfacción por una lucha
sostenida sin actitudes atrabiliarias o estrepitosas; por cuanto, requerimos juntar talentos y densidad en la formación documental
y doctrinaria para insistir en reclamar y defender en las instancias a que haya
lugar lo que por honor y justicia siempre ha sido nuestro; que nos desgajaron,
en un ardid tramposo; en una tratativa perversa mediante añagazas jurídicas.
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