Guayana
Esequiba: Nos estamos defendiendo frente a tamaña ingratitud
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela
Coordinador de la Comisión Proponente de la UNAFRONT
La ligazón oportunista y juego de intereses dinerarios con las empresas
transnacionales obnubiló la perspectiva histórica a la dirigencia guyanesa; y
les provocó “amnesia selectiva” que les impidió (antes de demandar a Venezuela)
asumir a conciencia que fuimos nosotros los primeros en reconocerlos como nuevo
Estado naciente en la comunidad internacional; exactamente, el mismo día que
alcanzaron su independencia del Reino Unido, el 26 de mayo de 1966.
Desmemoria inoculada a petición y complacencia de las aprovechadoras
compañías de turno, esquilmadoras de nuestros recursos.
Agreguemos, también, que cuando el militarote Forbes Burnham decidió
hacerse dictador e inició de inmediato una implacable persecución contra la población
civil que se oponía a sus desmanes, fuimos nosotros quienes albergamos,
protegimos y prohijamos a los guyaneses que se vieron obligados – por los
terribles actos inhumanos cometidos- a abandonar la llamada para entonces “zona
en reclamación”.
En los peores y más aciagos eventos económicos por los que atravesó la
nación vecina (que nos confronta) nosotros dispusimos de la ayuda suficiente y
a tiempo para socorrerlos, para que solventaran la crisis que los golpeaba duro
y recurrentemente.
Recibieron de nosotros un trato preferencial en el proceso de
compra-venta de petróleo y bastantes otros rubros, con lo cual aliviaban su
calamidad, de entonces.
Venezuela les permitió ingresar a la Organización de Estados Americanos;
a pesar de que la Carta de la OEA los limitaba; porque había un diferendo por
extensión territorial que aún no se había definido.
Al crearse Petrocaribe (por expresa iniciativa de nuestro país), las
demás naciones integrantes aguardaron por la opinión de Venezuela para ver si
permitía el ingreso o no de Guyana en esta corporación.
Venezuela jamás objetó su incorporación; y les ofreció recursos
energéticos con amplias y cómodas posibilidades de cancelación.
Hemos sido respetuosos (hasta lo indecible) del Acuerdo de Ginebra que
en ninguna parte le reconoce soberanía a Guyana en el espacio controvertido;
pero que, sin embargo, observamos con paciencia la instalación de compañías
ilegalmente autorizadas por los gobiernos guyaneses.
Frente a la acción de Guyana incoada contra nosotros, el 29 de marzo del
2018, una vez que el Secretario General de la ONU remitió el asunto
controversial a la Corte Internacional de Justicia, ¿qué nos quedaba hacer?
Defendernos con las disímiles estrategias que nos sean factibles y
lícitas desarrollar hasta lograr la restitución de lo que nos desgajaron.
La primera defensa es la
invocación plena y total del contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra del 17
de febrero de 1966; único documento con pleno vigor jurídico en esta
controversia.
Este territorio nos lo arrebataron. Fuimos despojados de esa séptima
parte de nuestra geografía nacional con el denominado Laudo Arbitral de París
de 1899; adefesio jurídico que desde entonces lo hemos calificado de írrito y
de nulidad absoluta. Inexistente.
Digamos también, por otra parte, que hemos estado reclamando con ímpetu
para nuestra Nación la devolución de la Guayana Esequiba.
Ha habido desde hace muchos años
y gobiernos -lo reconocemos- algunos
deslices e impropiedades.
De cualquier forma, la fuerza contencional ha sido indetenible e
implacable.
Los reclamos que hemos intentado por vías diplomáticas, políticas y
jurídicas no están sustentados en caprichos chauvinistas, reacciones
intemperantes, desproporcionadas o injustas.
Me he permitido ir explicando en todas mis conferencias por varias
universidades y otras instituciones del país las razones y argumentos
sociohistóricos y jurídicos que nos asisten; asumiendo, esencialmente, que este
es un Asunto de Estado.
Hay un denso cúmulo de preguntas que para la contraparte han resultado
difíciles de explicar por carecer de asideros.
Comencemos. ¿Sobre qué elemento obligacional o compromisorio la
excolonia británica ha deducido la Causa de pedir ante el Alto Tribunal de La
Haya? ¿El Laudo arbitral que nunca nació a la vida jurídica? o ¿El supuesto
acuerdo de demarcación de 1905, derivado del nombrado documento ignominioso
firmado en París, como ya quedó dicho?
Se conoce suficientemente que cuando se negoció, suscribió y ratificó el
Acuerdo de Ginebra; en ese acto e instante quedó sepultado –por saecula
saeculorum— el laudo tramposo, gestado mediante una tratativa perversa en
contra de los legítimos derechos de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.
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