viernes, 20 de mayo de 2022

 


Aquelarre de mentalidades 

menstruantes

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 

Por distintas vías, han solicitado mi modesta opinión sobre un hecho tan extraordinario como repugnante; que no obstante haberse generado en el Congreso de Chile ha repercutido y consternado a varios países hispanohablantes.

Me refiero al acontecimiento siguiente: con la instauración de un nuevo gobierno de tendencia izquierdista en la mencionada nación austral; el parlamento chileno actual, de amplia mayoría favorable al presidente entrante Gabriel Boric, acaba de aprobar, oficialmente, la expresión: “persona menstruante”, cuando haya que referirse a la mujer; para no establecer diferencias con las trans, o por lo menos coligarlas, lingüísticamente a todas, en un único término. Mujeres de verdad y trans metidas en el mismo saco, para denominarlas de una sola manera.

Tan infeliz y vergonzosa escogencia terminológica nos luce desacertada e impropia

La   aborrecible decisión que contó con 108 votos a favor, 22 en contra y 7 abstenciones constituye una verdadera abominación, desde todo punto de vista; por cuanto, es una desconsideración para un ser humano, a quien haya que definirlo, conceptualmente, a partir de una función fisiológica.

 Así también, la determinación que tomaron -- que está a punto de constitucionalizarse-- resulta injusta socialmente, desconsiderada biológicamente y tramposa lingüísticamente.

Cada palabra envuelve e induce a pensar y actuar.

Los hechos de exclusión social vienen incorporados desde la propia forma y desde el mismo instante de construirse el vocablo que hará mención de las personas y las cosas. Cada palabra lleva en su interior una intencionalidad al momento de usarse para decir o señalar.

Sustituir el término mujer por “persona menstruante” para no herir las susceptibilidades de las trans comporta un vulgar entramado inadmisible que revela una vez más muchísima inequidad de género, que ha acogotado a la mujer a lo largo de la historia.

Ya basta de seguir atropellando a la mujer; que ha arrastrado, desde siempre, una carga insoportable de desvaloración.

Se nos hace inaceptable e impertinente -- en esta época contemporánea-- que alguien pueda llegar a pensar que las mujeres son inferiores.  No hay el más mínimo argumento serio que avale una aseveración de ese tenor.

El presente siglo XXI es el siglo de las mujeres. Vamos a permitirnos esa profecía razonable.

Oportuno este tramo epocal (y adrede por lo que se adelanta en el parlamento chileno) para rememorar y reivindicar al eterno maestro Andrés Bello, al ilustre caraqueño que tantos aportes intelectuales legó a esa cultura suramericana.

Bello encarna (conjugado en presente histórico) con su vida y su obra una síntesis del humanista liberal, representativo de una concepción de la cultura centrada en la valoración y respeto a la persona humana, especialmente a la mujer; a quien le profesó infinita admiración. Hay suficientes testimonios escritos que dan cuenta de tales afectos y sentimientos.

Al tener a la independizada República de Chile, en tanto plataforma para impulsar su ilimitado talento hacia el resto del continente, Bello recibe con sobrada justificación el calificativo de ser el primer humanista de América.

Además, transformado de erudito en educador para el resto de su vida, crea en Chile un Código Civil, un Derecho Internacional Público, realiza estudios filológicos, redacta normas educativas, de ortología y métrica –obra magistral en la materia-- y la Gramática de la Lengua Castellana (de plena actualidad); en toda esa enjundiosa dedicación estuvo siempre concitando al ser humano, como estructura basamental de la densidad de su pensamiento

Precisemos también, a propósito del despropósito originado en el Congreso chileno que escandaliza al mundo, la figura excelsa de Gabriela Mistral. Cómo no recordar sus aportes literarios y mencionarla en toda su engrandecida dimensión.

 Gabriela Mistral, premio Nobel de Literatura en 1945, cuya obra ha sido traducida a más de veinte idiomas. Justamente, leamos una hermosa estrofa de su poema La Mujer fuerte:

                              “Me acuerdo de tu rostro que se fijó en mis días,

                                mujer de saya azul y de tostada frente,

                                que en mi niñez y sobre mi tierra de ambrosía

                                vi abrir el surco negro en un abril ardiente”.

Otra chilena brillante, Isabel Allende, quien pesquisa en su memoria y nos ofrece un emocionante texto “Mujeres del alma mía” (Editorial Plaza & Janés.2020), donde relata su relación con el feminismo y el hecho de ser mujer; al tiempo que intensifica la suprema importancia que concede a todas las mujeres que tuvieron mucho que ver con su vida. Mujeres añoradas e imprescindibles. Muchas anónimas, no por ello distantes de sus sentimientos. Mujeres inspiradoras.

En un fragmento de este trabajo escritural, Isabel Allende, nos dice:

“¿Y en qué consiste mi feminismo? No es lo que tenemos entre las piernas, sino entre las dos orejas. Es una postura filosófica y una sublevación contra la autoridad del hombre. Es una manera de entender las relaciones humanas y de ver el mundo, una apuesta por la justicia, una lucha por la emancipación de las mujeres…”

Ciertamente, la presencia de la mujer en los cargos de responsabilidades había sido lenta, pero se ha vuelto indetenible.

Admitamos, con honestidad, que en estos y en los próximos tiempos habrá muchas mujeres en desempeños públicos y privados para orgullo de los seres humanos y de ellas en particular.

 

 

 

 


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