Guayana
Esequiba: contestación (defensa) y reconvención (ataque)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Miembro del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Asesor de la Fundación Venezuela
Esequiba
Había tardado demasiado el gobierno guyanés en
iniciar una descomunal campaña en los medios, cuyo contenido apunta a manipular
la posible decisión que tomaría Venezuela en cuanto a invocar la no comparecencia ante la Corte Internacional
de Justicia (CIJ), para el 08 de marzo del próximo año, o definitivamente
hacernos parte del juicio en la demanda que de modo unilateral interpuso la
excolonia británica en contra nuestra.
En casi todos los medios audiovisuales de
Guyana ha aflorado, en los últimos meses, una sibilina y machacona campaña de (des)información,
cuyo contenido apunta a hacerle creer a la población que habita en la Zona en
Reclamación que Venezuela no posee los recursos argumentativos probatorios de
nuestra contención; y que, por tales motivos, le estamos rehuyendo al arreglo
judicial, como expedita alternativa que
ellos presentaron en la Corte.
El
torcido bloque informativo –divulgado mañana, tarde y noche- que difunden los
coagentes guyaneses deja entrever, con malévola sospecha, que los venezolanos
no contamos con los recursos históricos o jurídicos densos para desmontar el írrito y nulo Laudo
Arbitral de París, del 03 de octubre de 1899; y que ellos, por el contrario, consideran a tal adefesio jurídico
“suficientemente válido y oponible”, en el juicio que se lleva a cabo en La
Haya; tanto que le atribuyen condición
de cosa juzgada (res Judicata) con validez
plena. Exactamente están practicando la
añeja estrategia goebbeliana.
En ese mismo orden, sentido y propósito, estamos
observando y analizando el despliegue inusitado en los canales internacionales;
también en los diarios de mayor circulación -- los de mucha credibilidad y
prestigio y los más leídos en el mundo-- la ilimitada propaganda que el
gobierno guyanés” ha cancelado”, con la finalidad de darse un barniz favorable en
torno al histórico caso del Esequibo. Tratan
de diseñarse una matriz opinática acomodaticia.
No quedan dudas que toda la detestable
parafernalia mediática, que estamos denunciando, recibe cuantioso
financiamiento de las casi cincuenta compañías, de distintas procedencias; con
lo cual pretenden resguardar sus intereses
en la exploración, explotación y comercialización de los inmensos recursos de
la Zona en controversia.
Debemos ser enfáticos en pronunciar con
insistencia ante el mundo: no le estamos quitando las dos terceras partes del
territorio de Guyana, como ellos “arguyen” en sus vocinglerías por los medios
de comunicación a nivel internacional.
Nuestra nación ha sido la víctima, hace más de
un siglo, del vil despojo perpetrado con mala fe y añagaza jurídica.
Nosotros tenemos enjundiosa documentación para
demostrar que fue el Imperio Británico que nos usurpó y despojó, mediante las
trampas y demás tratativas políticas-diplomáticas urdidas a finales del siglo
XIX, de una séptima parte de la geografía venezolana; incluso tenían la aviesa intención
de arrebatarnos hasta el Delta del Orinoco y una considerable parte del estado
Bolívar.
El gobierno guyanés al enterarse de que todavía
no se ha producido la determinación si vamos o no al juicio a la Corte han
desatado un propagandismo con “descomunal ferocidad”, en dos vertientes: en
Georgetown, con la utilización de la televisión a diestra y siniestra contra
Venezuela; haciéndonos pasar como avaros en la reclamación, o imbéciles e
ignorantes del Derecho Internacional Público. La otra burda estrategia ya la conocemos:
vienen organizando sistemáticas visitas a la Guayana Esequiba del presidente
Irfaan Ali, de ministros, miembros de las Fuerzas Armadas, empresarios,
representantes de todas las organizaciones políticas e iglesias.
En el litigio que sostenemos, desde hace más de
un siglo, contra el imperio inglés, primero, y luego con su causahabiente en
este asunto la República Cooperativa de Guyana, las posibles alternativas de
soluciones han derivado hacia aristas escabrosas.
Lo que hemos descrito, de manera somera, es lo
que vergonzosamente ha emprendido Guyana.
Considerando lo antes planteado y frente a
tales desmanes: ¿Qué debemos hacer nosotros para defendernos y atacar; para
proyectar nuestras verdades sobre este asunto litigioso?
Primeramente, a riesgo de parecer tedioso,
considero que –sin perder tiempo—debemos declararnos y dedicarnos a trabajar tiempo completo, mediante la conformación
de una comisión multidisciplinaria para la discusión, análisis, investigaciones documentales, formular la
narrativa de los hechos fundamentales; compendiar las alegaciones de derecho;
hacer las precisas consultas públicas y
privadas; en fin, todo cuanto haya que diligenciar para elaborar el Memorial de
Contestación de la demanda, que deberíamos consignar en la Corte, – si así lo autoriza el
Jefe de Estado— repito, para el día 08
de marzo del 2023 ¡…diríamos en buen
venezolano, eso es mañana mismo...!
En tal Memorial de contestación ratificaremos
el contenido parcial (artículo primero) del Acuerdo de Ginebra del 17 de
febrero de 1966, que ellos aceptaron (sin intimidación): el Laudo es nulo de e
írrito; por tanto, sobre ese abominable documento no hay nada que discutir, no
es oponible a nada; porque ha resultado insubsanable, históricamente.
La nulidad absoluta –ipso jure—en la citada
sentencia arbitral se generó desde el mismo momento cuando se omitieron los
requisitos necesarios para lograr su objetivo y se burlaron los procedimientos.
También ocurrió cuando se nos colocó, en tanto parte interesada y concernida en
una situación de indefensión, inclusive a partir del Tratado de Washington de
1897.
Como nuestra segunda estrategia --para poner
las cosas en claro–, en simultáneo con la consignación de la Contestación, nos
encontraríamos en la precisa (y mejor) ocasión para estructurar una
contrademanda o Interponer acciones de Reconvención, por todo el daño que
Guyana ha venido perpetrando a Venezuela.
La delegación venezolana que comparecería ante
la Corte, en la fecha arriba señalada, tiene todo el derecho, en nombre de nuestro
Estado para incoar una demanda o instaurar un juicio en paralelo contra quien
nos ha demandado. Todo, relacionadamente, en el mismo proceso.
Siendo de esta manera, entonces, el Jurado sentenciador
--conforme en pleno y justo derecho-- debe admitir la solicitud reconvencional;
porque existirá absoluta conexidad entre nuestras pretensiones en nueva litis reconvencional
y las que ya han sido identificadas objeto de la demanda principal, introducida
y ratificada por la contraparte.
El jurado sentenciador de la Corte
Internacional de Justicia, que tramita en juicio el fondo de la controversia,
pasará a conocer también – por economía procesal—nuestra causa petendi en
reconvención (con solicitudes recientes, de signo diferente, ampliadas e
irrebatibles) cuya finalidad procura concluir mediante una Resolución coherente,
donde se haga justicia a nuestro país
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