Guayana Esequiba:
¡vamos por la restitución de lo que nos arrebataron...!
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba
Venezuela, no obstante haber sido por muchos
años antigua posesión española, siempre ha mantenido el blasón
anticolonialista.
Hemos contrariado a los poderosos imperios que
someten y vulneran con vileza los derechos de los pueblos que aspiran alcanzar
su libertad.
Por eso firmamos, con sobrada justificación, el
Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966; en cuyo texto dejamos sentado, de
manera explícita, que jamás nos opondríamos a que la excolonia británica alcanzara
su independencia. Como en efecto la logra el 26 de mayo de1966. Apenas tres meses
después de suscribirse el mencionado documento, donde reconocen –precisamente--
que el Laudo Arbitral de París de 1899 es nulo e írrito.
Nuestro país ha reafirmado permanentemente ante
el mundo que la aludida sentencia arbitral fue una deleznable maniobra, devenido
en un ardid tramposo que jamás hemos legitimado, porque la consideramos inválida, sin eficacia jurídica y sin fuerza
para constituirse en elemento oponible a nada.
Hechos históricos concretos testimonian que
nuestro país ha enfrentado
cualquier abominación de explotación
inhumana e irracional. Por tal motivo, avalamos y nos solidarizamos –entonces-- con la naciente República Cooperativa de
Guyana, cuando el Reino Unido decidió “desanudarles el yugo” y dar libertad a ese
pedazo de tierra que denominaban Guayana Británica, desde que el arrogante imperio hiciera su negociación “rara y
sospechosa» con los Países Bajos, para ocupar -- a partir de 1814—las colonias Berbice y Demerara; por cierto, los únicos territorios holandeses por estos lados; pero que, con la
mayor desvergüenza, los ingleses irrumpen también y se apoderan ( por ellos
considerada res nullius, tierra de nadie) la zona del Esequibo, que ya pertenecía a la Capitanía General de Venezuela, desde
1777. Probado y comprobado con justo título, mediante la Cédula Real de Carlos
III.
Una cosa es nuestra irreductible doctrina y
lucha por la descolonización de los pueblos oprimidos por las naciones con
tradición y vocación imperiales, y otra la pasividad y la dejadez frente a la ignominia
o permitir que nos despedacen nuestra
extensión territorial.
Guyana no ha querido revisitar su historia para
saber conscientemente a quién agradecer.
Se han comportado con nosotros como unos
ingratos e inconsecuentes.
De tal manera, que no seguiremos siendo tan
lerdos o indiferentes; mucho menos, en esta hora de trascendencia histórica,
cuando enfrentamos un juicio en la Corte Internacional de Justicia.
Estamos decididos – con todas nuestras enjundiosas
pruebas de titularidad de la Guayana Esequiba-
a honrar la memoria de los insignes compatriotas que nos antecedieron en
esta lucha, por el presente de la patria y por las generaciones futuras.
Vamos por la restitución, conforme al Principio
de la Legalidad, de todo cuanto nos despojaron en aquella tratativa diplomática
urdida por ingleses y rusos, en fecha de ingrata recordación.
Para encarecer lo vital y determinante de
nuestro objetivo principal de reivindicación, tomaré prestada la frase de un
digno compatriota, Don Mario Briceño Picón, hombre destacado en el campo de las
letras y el gentilicio, quien figuró – por muchos años—en estas lides, las
mismas en las cuales, hoy nos encontramos bastantes ciudadanos: “La obra independentista de Simón Bolívar no
estará completa, mientras Venezuela no haya logrado la restitución del
Esequibo”.
Ha constituido un extraordinaria y elogiable
decisión el hecho de haber introducido la Excepción Preliminar (el 7 de este
mes), por ante la Corte Internacional de Justicia, para pedir la
inadmisibilidad de la demanda unilateral que nos hizo Guyana, desde marzo del
año 2018.
Ya era más que suficiente.
Fueron innumerables e insoportables los
desmanes acumulados; causados por estos vecinos envalentonados, que creen que
ya “su mandado está listo”, que manejan la ilusión de salir favorecidos por la
Sala Sentenciadora de la ONU.
Esperemos los resultados de la Excepción
Preliminar, para que sepan a qué atenerse.
Había llegado la precisa ocasión de asestar
–con suficiente contundencia—una determinación jurídica para frenar los
irrespetos y atropellos por parte de quienes recibieron nuestro primer
reconocimiento, para que pudieran formalizarse con carácter de Estado en la
Organización de las Naciones Unidas.
De acuerdo con las informaciones que manejamos,
la Corte – al recibir el mencionado acto procesal de la delegación de
Venezuela-- procedió a paralizar el conocimiento de fondo – especificada en la
Pretensión Procesal guyanesa —contenida en la interposición de tal acción; hasta
que respondan los delegados de la excolonia británica –mediante observaciones—por
el fraude procesal en que han incurrido, el cual luce insubsanable.
La Excepción Preliminar introducida, por
nuestra delegación en la Corte, ha sido densa y justificada; por cuanto esa demanda no llena
los mínimos requisitos procesales ni calza la categoría para un debido proceso,
conforme al propio Estatuto y Reglamento de la Corte.
Venezuela siempre ha estado –modestamente -
munida de Títulos Jurídicos que la respaldan en cualquier ámbito internacional.
La Corte ha decidido en una serie de
sentencias, que han creado jurisprudencias, que un título jurídico preexistente
prevalece sobre una administración del territorio en controversia, que pudiera
estar bajo dominio circunstancial de otro Estado.
Como concepto jurídico, el Principio de la
Efectividad ha sido discutido en relación a la preeminencia del título sobre un
territorio; tomando en cuenta que el Derecho Internacional insiste en favorecer
la preferencia del título jurídico por encima de la ocupación relativa o la
posesión ilegítima.
Para el 8 de marzo del año 2023, cuando el Jefe
de Estado –por cuanto es su atribución constitucional– determine la
comparecencia de Venezuela en el Alto Tribunal de La Haya, será densa y de
pleno derecho la alforja de Títulos (que no admiten pruebas en contrario) que
presentaremos para la examinación e investigación por parte del Jurado
sentenciador de la Corte Internacional de Justicia.
Dios mediante se resolverá satisfactoriamente para ambos. Si logramos algo de territorio ya ganamos algo.
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