Guayana
Esequiba: patriotismo y solidaridad por encima de las diferencias
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Comisión por el Esequibo y la
Soberanía Territorial
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos
de Venezuela (IDEFV)
Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba
Miembro de la ONG Mi Mapa
Tengo la
seguridad que una inmensa mayoría de compatriotas venezolanos coincide conmigo
cuando expreso que lo peor que podemos hacer es desatar una innecesaria e
inconveniente confrontación política-partidista interna en nuestro país,
relacionada a la Guyana Esequiba, en este momento apremiante.
Precisamente,
ahora, cuando nos encontramos concernidos en un serio pleito jurídico, por ante
el Alto Tribunal de La Haya, por la séptima parte de la geografía venezolana
que nos arrebataron de manera alevosa y vil.
Hoy, más que
nunca, se hace imprescindible preservar la absoluta y compacta unidad de todos
los sectores de nuestra sociedad, sin excepciones.
Este asunto
litigioso requiere que dejemos a un costado cualquier mezquindad o retaliación.
Hay que conferirle al caso aludido la condición de Política de Estado; con lo
cual quedan trascendidas las diferenciaciones por nimiedades; aunque estamos
conscientes que siempre conseguiremos algunas voces disidentes o inconformes.
Nuestra restitución
de la Guayana Esequiba constituye el objetivo de mayor interés en las relaciones
exteriores de la Nación venezolana, y la reclamación más antigua entre Estados,
en este continente.
Insisto en
señalar que debemos seguir reforzando la estructura del equipo de defensa, sin
recelos ni odiosas exclusiones. La amplia participación de todos. Digamos, la
eficiente conformación de un bloque patriótico y nacionalista compacto y
pétreo, para contrarrestar las acechanzas de la Parte que nos rivaliza, como
consecuencia de la Acción interpuesta en contra nuestra, por la excolonia
británica, en la Corte Internacional de Justicia.
He venido
haciendo una clara advertencia, por todo el país, en estos términos: sería
desastroso si nos peleamos internamente. Si cada quien cree que puede maniobrar
o sacar provecho para su parcela política-partidista.
Igualmente, constituiría
una descomunal torpeza si no hacemos acto de presencia, para consignar el
memorial de contestación de la demanda, por ante la Sala Juzgadora; es decir,
si no comparecemos; porque, de todas maneras, el juicio seguirá su curso.
No hay vuelta
atrás. La Haya podría llegar, incluso, a sentenciar, aunque nuestra delegación
se encuentre ausente (artículo 53 del Estatuto de la Corte Internacional de
Justicia).
El presente evento
litigioso nos obliga a estudiarlo y manejarlo invocando la concitación de toda
la población venezolana; adunando las mejores voluntades e inteligencias.
Para abril del
año 2024, cuando el Jefe de Estado determine – por cuanto es su atribución
constitucional-- la comparecencia o no de Venezuela, para hacernos parte del
juicio—en las fases postulatoria y probatoria-- será densa la alforja de
Títulos históricos y jurídicos (que no admiten pruebas en contrario) que
presentaremos para la examinación e investigación por parte del Jurado
sentenciador.
En el párrafo
anterior, expreso adrede el modo indicativo de nuestra participación en el
aludido Proceso. Lo hago asistido en los actos concluyentes que hemos
adelantado (nombramiento de Agente, Coagentes, designación de Juez ad-hoc y la
estructuración de un elogiable equipo para elaboración de la contestación de la
demanda), y también porque la inmensa mayoría de los venezolanos consultados
aspiran un desenlace jurisdiccional de una vez por todas.
Deseo agregar
algo más, en idéntico sentido. La contención por la Guayana Esequiba rebasa, en
Venezuela, los egos individualistas mal curados, los particularismos
académicos, políticos, confesionales, raciales o de cualquier otra índole.
Este caso nos
necesita unidos como país, con criterios unánimes.
Me permito
dejar constancia y destacar la labor de
las ONG y las páginas web en todas las
plataformas que han sido creadas para adelantar hermosas actividades al
respecto; así, además, hacemos el reconocimiento debido al Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela(IDEFV); lo propio cabe para el Consejo Venezolano de
Relaciones Internacionales(COVRI), para las
Fundaciones en su insistente afán
de concienciación; igualmente la determinante posición de La Academia de
Ciencias Políticas y Sociales; nos llena
de orgullo la tarea que viene cumpliendo la Comisión en Defensa del Esequibo de
la Asamblea Nacional. Las Universidades, entes culturales, religiosos, los intelectuales
que han sido permanentes estudiosos del caso, las alcaldías etc.
Todos en una
sola motivación y propósito, de esfuerzos elogiadamente ponderados; lo cual
constituye un ejemplo de lucha sostenida sin actitudes atrabiliarias o
estrepitosas.
Aquí se requiere talento y densidad en la
formación documental y doctrinaria, para insistir en la reclamación y defender
en la Entidad Jurisdicente lo que honradamente siempre ha sido nuestro, que nos
arrebataron en una tratativa perversa mediante añagazas.
En lo que a
mí respecta, siendo la reclamación de la Guayana Esequiba el eje central y
esencial en mi formación académica en pre y postgrado por casi cinco décadas, me
atrevo a señalar –con bastante modestia-- que estamos ante un hito histórico
disyuntivo.
Nos encontramos
obligados, como Estado, a probar en su debido momento por ante la Corte
Internacional de Justicia –sin descarados aprovechamientos ideológicos,
interesados o reticentes— el hecho histórico que nos conjuga con suma
trascendencia para la vida de la Nación: la Guayana Esequiba siempre nos ha
pertenecido.
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