sábado, 18 de enero de 2025

 

Universidad Nacional de Asuntos Fronterizos (UNAFRONT) -Síntesis de la propuesta-

 

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

 Me permito informar a la opinión pública nacional que en el presente momento estamos en la etapa de elaboración del pertinente Estudio de Factibilidad académico-administrativo que conlleva la incorporación y análisis de los detalles más precisos – aún perfectibles, permeables a observaciones- los cuales serán examinados, en su debida oportunidad, por las autoridades del Consejo Nacional de Universidades (CNU), con la finalidad de recibir su aprobación de funcionamiento.

Empecemos por reconocer que estamos obligados a proponer ideas académicas con innovaciones metodológicas.

En cada una de las presentaciones que hemos hecho --hasta ahora— de la Visión y Misión, de una Universidad Nacional exclusivamente para estudiar asuntos fronterizos también de las relaciones internacionales y de las manifestaciones culturales de quienes habitan en esos espacios nos conseguimos con aportes de ideas extraordinarias. Muchísimos aportes que persiguen ensanchar el proyecto.

Bastantes profesionales de distintas disciplinas se muestras solidarios por el carácter innovador de las estrategias metodológicas que contendrá y desarrollará esta institución para alcanzar los objetivos de aprendizajes.

 Nos satisface que de modo voluntario un considerable número de colegas solicitan incorporarse al equipo proponente, diseñador y organizador. Cada quien desempeñándose en su parte.

Una responsabilidad compartida por encima de diferencias de cualquier tipo.

 Desde siempre lo hemos venido considerando un Asunto de Estado.

Al revisar por muchas vías, particularmente por internet, les decimos que no hemos conseguido ninguna entidad educativa similar en otro país; ni siquiera en naciones que han tenido pleitos y serias controversias limítrofes por años.

No hay una Universidad, en el mundo, con las características que aspiramos que sea creada en Venezuela.

Hemos escuchado a mucha gente en la Universidad “tradicional” exponer que la solución, en lo inmediato, sería añadirle una unidad curricular sobre fronteras en las universidades que ya están funcionando en el país o nombrar una comisión de “reforma universitaria”. Imaginamos que tendría como propósito colocarle una especie de cosmética a los puntos y casos más problemáticos y sensibles que atraviesan muchas universidades. Digamos. Todo lo pertinente a los métodos, los horarios, a las mallas curriculares, lo correspondiente a planes de estudios, contenidos programáticos, tipos de evaluación, perfiles ocupacionales, exigencias profesorales etc.

Estamos convencidos por experiencia propia – y no tenemos limitación en decirlo con énfasis- d que lo   que se trata, en la actualidad es de Transformar, que es adentrarnos mucho más allá de las re-formas.

Ha sido el propio carácter crítico, que la Universidad genera y propicia, lo que nos motiva a repensarla, sin descanso; a debatir lo que ha venido siendo y cómo debería ser.

Nuestra posibilidad de Transformación apunta en el sentido de resensibilizarla, desde adentro, para que se desplieguen otros modos de aprendizajes horizontalizados y de compartir experiencias entre cursantes y docentes. Desanudar estructuras que se volvieron infuncionales y que ya no responden a los momentos presentes.

No es poca cosa. Lo sabemos. Hay demasiados asuntos álgidos a lo interno, que respaldan los conservadurismos o por lo menos “reman en dirección contraria” en estos trayectos de transformaciones aceleradas.

En el tramo epocal contemporáneo han aflorado muchas opciones tecnológicas (sistemas educacionales digitalizados) que llevan un ritmo más rápido para alcanzar y construir conocimientos, que superan los rituales envejecidos de enseñanzas, y a los desactualizados contenidos de las matrices curriculares de nuestras universidades. Lo asumimos a consciencia.

Acaso no sabemos que se han puesto en práctica instrumentos y metodologías de innovación y creativas para adquirir y ensanchar conocimientos que corren y fluyen paralelas a las universidades.

¿Por qué no incorporar tales dispositivos, instrumentos y metodologías como elementos naturales y legítimos en los procesos universitarios?

Comporta –ciertamente- un interesante desafío, aunque produzca vértigos.

Elogiamos que pocas y muy reconocidas universidades sigan siendo exquisitos espacios de nuestra sociedad donde se crean, re-crean, preservan, difunden y legitiman los conocimientos; en permanente ebullición de ideas. Se distinguen por su naturaleza y su esencia, porque se han actualizado

En esta oportunidad, me permito proponer – con todo respeto y fundamentación- a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades (CNU), la creación académica-administrativa de una Universidad, cuyos componentes curriculares exclusivamente estriben en los Asuntos Fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo; aparejado a la Relaciones Internacionales y al estudio de la Etnodemografía de quienes habitan en las áreas colindantes de Venezuela.

Aspiramos que a través de innovadoras estrategias metodológicas; apoyadas en seminarios, foros, conferencias, investigaciones cualicuantitativas, documentales, indagaciones de campo etnográficas, entre otras se haga posible desarrollar y analizar discernimientos, oportunas exposiciones magistrales; visitas a los sitios de estudios, exposiciones, levantamientos de informes y propuestas de soluciones ante nuestra Cancillería.

Aprehender las realidades de las áreas concernidas. Establecer, claramente, la diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar múltiples ejes temáticos, entre otros:  las reclamaciones vigentes entre Estados que integran la comunidad internacional. Los medios violentos y pacíficos de solución de los conflictos. El Estatuto y – obviamente- la jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. Las relaciones internacionales. Los componentes humanos que habitan los complejos espacios colindantes; en fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental y de aprendizaje horizontalizado. Todos aprendemos de todos.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones e implicaciones. Valga decir, la conformación y nuestra herencia histórica; pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios y registros cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica en general que habitan nuestra poligonal fronteriza. Los procesos productivos agroindustriales y energéticos factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. La geopolítica, seguridad y defensa. Son bastantes aristas a estudiar y problematizar, en su justa medida, en cuatro años aproximadamente.

Por lo pronto, el equipo ha analizado la probabilidad de ofertar tres carreras en la UNAFRONT. las cuales serían: 1) Asuntos fronterizos, 2) Relaciones Internacionales 3) Etnodemografía en las fronteras.

Aspiramos que, una vez que se cumplan (insisto,  en cuatro años) con los respectivos planes de estudios, programas,  sus contenidos ( en base a sus unidades créditos) y con las correspondientes evaluaciones cuantitativas y cualitativas egresen  profesionales densamente formados; con  extraordinarios perfiles ocupacionales, según las carreras que hayan cursado, arriba citadas; tendrán amplias  posibilidades de desempeñarse en la Cancillería, en las embajadas y consulados,  entidades federales (sobre todo los estados  fronterizos), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías, en otros países, entre muchas opciones laborales.

Al consolidarse esta propuesta –encontrándose, como quedó dicho, ahora en fase de proyecto– ofrecerá ilimitadas posibilidades para que dicten cátedras (en condición de problematizadores) en esta casa de Estudios Universitarios: juristas, historiadores, cartógrafos, internacionalistas, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, oficiales de los distintos componentes de nuestra Fuerza Armada Bolivariana.

Conforme a la oferta académica de las tres  carreras propuestas por la UNAFRONT, tal hecho constituye el estudio de La integralidad y desarrollo de nuestros espacios fronterizos y las relaciones internacionales, lo cual debe considerarse de manera cabal; y – obviamente- despertar el interés nacional para que se fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes estructuran y ejecutan Políticas Públicas, para las fronteras,  a nombre del Estado venezolano.

lunes, 13 de enero de 2025

 

Universidad Nacional de Asuntos Fronterizos (UNAFRONT)       

                      -Síntesis de la propuesta-


Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

 Me permito informar a la opinión pública nacional que en el presente momento estamos en la etapa de elaboración del pertinente Estudio de Factibilidad académico-administrativo que conlleva la incorporación y análisis de los detalles más precisos – aún perfectibles, permeables a observaciones- los cuales serán examinados, en su debida oportunidad, por las autoridades del Consejo Nacional de Universidades (CNU), con la finalidad de recibir su aprobación de funcionamiento.

Empecemos por reconocer que estamos obligados a proponer ideas académicas con innovaciones metodológicas.

En cada una de las presentaciones que hemos hecho --hasta ahora— de la Visión y Misión, de una Universidad Nacional exclusivamente para estudiar asuntos fronterizos, nos conseguimos con aportes de ideas extraordinarias. Muchísimos aportes que persiguen ensanchar el proyecto.

Bastantes profesionales de distintas disciplinas se muestras solidarios y lo manifiestan, según sus expresiones, por el carácter innovador de las estrategias metodológicas que contendrá y desarrollará esta institución para alcanzar los objetivos de aprendizajes.

 Nos satisface que de modo voluntario un considerable número de colegas solicitan incorporarse al equipo proponente, diseñador y organizador.

Una responsabilidad compartida por encima de diferencias de cualquier tipo. Un objetivo de Estado.

Al revisar por muchas vías, no hemos conseguido ninguna entidad educativa similar en otro país; ni siquiera en naciones que han tenido pleitos y serias controversias limítrofes por años.

Hemos escuchado a mucha gente en la Universidad tradicional exponer que la solución, en lo inmediato, sería crear una unidad curricular sobre fronteras en las universidades o nombrar una comisión de “reforma universitaria”. Imaginamos que tendría como propósito colocarle una especie de cosmética a los puntos y casos más problemáticos y sensibles que atraviesan muchas universidades. Digamos. Todo lo pertinente a los métodos, los horarios, a las mallas curriculares, lo correspondiente a planes de estudios, contenidos programáticos, tipos de evaluación, perfiles ocupacionales, exigencias profesorales etc.

Estamos convencidos por experiencia propia – y no tenemos limitación en decirlo- de que lo   que se trata es de Transformar, que es adentrarnos mucho más allá de las re-formas.

Ha sido el propio carácter crítico, que la Universidad genera y propicia, lo que nos motiva a repensarla, sin descanso; a debatir lo que ha venido siendo y cómo debería ser.

Nuestra posibilidad de Transformación apunta en el sentido de resensibilizarla, desde adentro, para que se desplieguen otros modos de aprendizajes horizontalizados y de compartir experiencias entre cursantes y docentes. Desanudar estructuras que se volvieron infuncionales y que ya no responden a los momentos presentes.

No es poca cosa. Lo sabemos. Hay demasiados asuntos álgidos a lo interno, que respaldan los conservadurismos o por lo menos “reman en dirección contraria” en estos trayectos de transformaciones aceleradas.

En el tramo epocal contemporáneo han aflorado muchas opciones tecnológicas (sistemas educacionales digitalizados) que llevan un ritmo más rápido para alcanzar y construir conocimientos, que superan los rituales envejecidos de enseñanzas, y a los desactualizados contenidos de las matrices curriculares de nuestras universidades. Lo asumimos a consciencia.

Acaso no sabemos que se han puesto en práctica instrumentos y metodologías de innovación y creativas para adquirir y ensanchar conocimientos que corren y fluyen paralelas a las universidades.

¿Por qué no incorporar tales dispositivos, instrumentos y metodologías como elementos naturales y legítimos en los procesos universitarios?

Comporta –ciertamente- un interesante desafío, aunque produzca vértigos.

Elogiamos que pocas y muy reconocidas universidades sigan siendo exquisitos espacios de nuestra sociedad donde se crean, re-crean, preservan, difunden y legitiman los conocimientos; en permanente ebullición de ideas. Se distinguen por su naturaleza y su esencia.

En esta oportunidad, me permito proponer – con todo respeto y fundamentación- a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades (CNU), la creación académica-administrativa de una Universidad, cuyos componentes curriculares exclusivamente estriben en los Asuntos Fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo; aparejado a la Relaciones Internacionales.

Aspiramos que a través de innovadoras estrategias metodológicas; apoyadas en seminarios, foros, investigaciones cualicuantitativas, etnológicas, entre otras se haga posible desarrollar y analizar discernimientos, oportunas conferencias magistrales; visitas a los sitios de estudios, exposiciones e indagaciones documentales de demarcaciones nacionales.

Aprehender las realidades de las áreas concernidas. Establecer, claramente, la diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar múltiples ejes temáticos, entre otros:  las reclamaciones vigentes entre Estados que integran la comunidad internacional. Los medios violentos y pacíficos de solución de los conflictos. El Estatuto y – obviamente- la jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. Las relaciones internacionales. Los componentes humanos que habitan los espacios colindantes; en fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental y de aprendizaje horizontalizado. Todos aprendemos de todos.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones e implicaciones. Valga decir, la conformación y nuestra herencia histórica; pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios y registros cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica en general que habitan nuestra poligonal fronteriza. Los procesos productivos agroindustriales y energéticos factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. Son bastantes aristas a estudiar y problematizar, en su justa medida, en cuatro años aproximadamente.

Por lo pronto, el equipo ha analizado la probabilidad de ofertar cuatro carreras en la UNAFRONT. las cuales serían: 1) Asuntos fronterizos, 2) Relaciones Internacionales,3) Procesos productivos en los espacios fronterizos y 4) Etnodemografía en las fronteras.

Aspiramos que, una vez que se cumplan (insisto,  en cuatro años) con los respectivos planes de estudios, programas,  sus contenidos y con las correspondientes evaluaciones cuantitativas y cualitativas egresen  profesionales densamente formados; con  extraordinarios perfiles ocupacionales, según las carreras que hayan cursado, arriba citadas; tendrán amplias  posibilidades de desempeñarse en la Cancillería, en las embajadas y consulados , entidades federales (sobre todo las fronterizas), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías, en otros países, entre muchas opciones laborales.

Al consolidarse esta propuesta –encontrándose ahora en fase de proyecto– ofrecerá ilimitadas posibilidades para que dicten cátedras (en condición de problematizadores) en esta casa de Estudios Universitarios: juristas, historiadores, cartógrafos, internacionalistas, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, oficiales de los distintos componentes de nuestra Fuerza Armada Bolivariana.

Conforme a la oferta académica de las cuatro carreras propuestas por la UNAFRONT, tal hecho constituye el estudio de La integralidad y desarrollo de nuestros espacios fronterizos y las relaciones internacionales; lo cual debe considerarse de manera cabal; y – obviamente- despertar el interés nacional para que se fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes estructuran y ejecutan Políticas Públicas, a nombre del Estado venezolano.

sábado, 11 de enero de 2025

 

“Pienso, luego existo”. Me educo, entonces soy

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

 De todos es suficientemente conocido que el asunto contencioso por la Guayana Esequiba ha comportado   el eje central de mis estudios académicos por más de 45 años; no obstante, he querido hoy dedicar este análisis al tema de la Educación, en su más amplia dimensión abarcativa; que  a su vez,  se integra por  tres componentes que la constituyen, en esencia: El instruccional asentado en la malla curricular; así también, la socialización y participación en los distintos espacios humanos y la internalización de valores (axiología). Tal es la complejidad de la educación, apreciada holísticamente.

 Para ubicarnos en contexto, comienzo diciendo que a lo largo de la historia los seres humanos han tenido siempre la acuciosa disposición de procurarse cada vez más cosas.

 Ha sido una carrera desenfrenada, sin límites. 

Se han discernido ideas increíbles desde La Edad de Piedra (tal vez) hasta hoy.

Por ejemplo, los asuntos quizás    impensables apenas dos decenios atrás, en la actualidad son cotidianos.

 Los seres humanos buscamos todo el tiempo y circunstancias -por encima de lo que sea y a cualquier riesgo y precio- ampliar horizontes; y admitamos que todavía esa perspectiva sigue abierta como el primer día.

 

 Vivimos pensando -elucidando- cualquier cantidad de alternativas existenciales.

Ha quedado plenamente demostrado; y todos podemos ofrecer testimonios del siguiente aserto:   Mucho más es el tiempo que pasa uno hablando con uno mismo, reflexionando que el tiempo dedicado a comunicarle a los demás “nuestros pareceres”.

 

Sin lugar a dudas, uno de los instrumentos expeditos para formalizar y sistematizar todo cuanto pensamos y deseamos ponerlo en práctica es la Educación; ampliamente considerada en su tríada, arriba ya citada.

 

 Con la Educación, en tanto institución social; igualmente asumido, como exquisito vehículo de enseñanza-aprendizaje hemos hecho maravillas; sí pero también hemos cometido bastantes desaciertos.

Sin embargo, hemos ocupado suficientes horas teorizando cómo acceder y consolidar un “proceso” educativo exactamente para los tiempos que nos toca vivir y que trace una línea auspiciosa a futuro. Hasta el presente no ha resultado del todo a plena satisfacción.

 

Fijémonos que antes se decía: “Hay que mejorar la educación”. ¿Y qué se adelantó para cumplir tal objetivo?  Uno que otro remiendo se hizo.

 Luego, se insistió en señalar la urgencia de   darnos una “educación de calidad”, y esto no fue más a allá de replantearse una planificación curricular con objetivos diseñados de manera rígida, cuya esencia apuntó casi que únicamente en términos economicistas: “La consecución de profesionales universitarios que egresaran con la misión principal de producir”.

 Se objetivaba la calidad de la educación por lo tangible, lo medible.

La inmediata consecuencia del diagnóstico anterior era que muchos aspectos que corresponden a las otras magnitudes de los seres humanos no eran incorporados en los diseños curriculares. Así entonces, quedaban por fuera: vivencias, experiencias, miradas, emociones, sensibilidades, anécdotas, subjetividades puras, querencias, singularidades, enfoques por muy disímiles que resultaren. Alguien dirá (con abundantes razones, quizás) con nada de lo último aquí descrito se va al mercado.

Una batalla que parece que la ganan los propiciadores de la mal llamada “educación de calidad”.  Alabarderos   de la teoría economicista dura.

Si la propuesta de integralidad aspira a obtener fuerza y consistencia epistemológica; a   sostener una teoría seria, creíble, entonces todo cuanto se piense, aporte y comporte por la educación debe involucrar: Conocimientos, actitudes, valores, la equidad en/para la vinculación social, la coherencia, la eficiencia, la tecnología y un larguísimo etcétera.

Deseamos detenernos en referencia al factor tecnologizante que en la actualidad se encuentra implícito en los procesos educativos. Y deseamos explicar que, en los últimos 25 años, que es el tiempo que tiene de vigencia la www (Word wide web), estamos enganchados en ese extraordinario instrumento de educación continua y permanente.

 Nos ha atrapado esa Red de redes.

 Internet llegó para quedarse, sin la intención de desplazar nada ni a nadie, sino para complementar las funciones y procedimientos de aprehensión y comprensión de las realidades.

 Internet y todo lo que ello arrastra (sus plataformas digitales) se ha constituido en un elogiable medio electrónico para los aprendizajes virtualizados, para buscar “saberes” on-line a conciencia, donde cada quien debe asumirlo con ética.

 Se está volviendo como un hecho inescurrible e inevitable que cada quien diga “Me conecto, luego soy”.

Pareciera que “no va pal baile” quien no intente manejar y capacitarse en: Internet, intranet, cdrom, producciones multimedia, habilitar estrategias de e-learning y últimamente inteligencia artificial; pero, hay que tener mucho cuidado de no entramparse, y pensar que basta que tengamos cierto domino tecnológico de los procesos educativos virtualizados para apelar a todo eso con la finalidad de salir de cuanto atolladero se nos presente. Es apenas un instrumento electrónico, un vehículo de conexión digitalizada, un medio de interconexión de alcance mundial para potenciar nuestras capacidades; para vincular la tecnología de la comunicación y la información con el autoaprendizaje, teniendo al ser humano en el centro de todo proceso. Aceptemos tal desafío.

domingo, 5 de enero de 2025

 

Guayana Esequiba: ¿Qué nos asiste para comparecer a la fase de pruebas?

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

En el asunto controversial, suficientemente conocido, la contraparte sabe que somos poseedores de los documentos que nos acreditan el dominio absoluto sobre la extensión territorial que han venido ocupando y usufructuando ilegal e ilegítimamente.

Aunque algunos sujetos internacionales y países (hasta ayer amigos de Venezuela) se pronuncien en respaldo a Guyana --por marcados intereses económicos, sin dudas-- nuestra contención siempre ha tenido suficiente asidero jurídico, cartográfico e histórico; y la entereza moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie.

A propósito del presente pleito centenario que sostenemos por el arrebato que nos perpetraron por el costado este; durante las últimas cuatro décadas he tenido la posibilidad de intercambiar opiniones con muchísimos sectores, sobre cómo seguir encarando este caso litigioso, que ya se encuentra – precisamente- a nivel de la Corte Internacional de Justicia, donde se dirimirá en sus distintos trayectos procesales.

 

Por cierto, la delegación de Venezuela debe comparecer el 11 de agosto del presente año, con la finalidad de exponer y consignar nuestra respectiva dúplica, en tanto en cuanto acervo de probanza en el juicio que cursa.

 

En los distintos eventos desarrollados -sobre todo durante el año que acaba de concluir- en varias universidades del país; a través de los medios de comunicación social, en las plataformas digitales; por intermedio de video-conferencias y eventos presenciales; asimismo, visitando los propios espacios fronterizos y en las redes sociales conseguimos y escuchamos de todo.

 

Me permito resumir, señaladamente, que hay un denso bastión de compatriotas que conforman una interesante masa opinática; quienes a cada instante afilan con osadía y   agudeza sus criterios al respecto, y publican las propuestas que ellos consideran justas para resolver la controversia; y en espera de la más acertada determinación que pueda tomar el jefe de Estado, para beneficio de nuestro país.

Nos preguntan con insistencia por qué tiene que ser de esa manera.

Lo hemos respondido bastantes veces.

La última palabra de la próxima asistencia o no comparecencia de nuestra delegación ante la Sala Juzgadora la dicta el jefe de Estado; porque es materia de su exclusiva reserva constitucional, conforme al artículo 236 de nuestra Carta Magna.

 

Con todos los especialistas en este altercado interestatal --con quienes hemos cruzado ideas de los probables acontecimientos subsiguientes-- coincidimos en señalar que hay que reflexionar “en frío” la posible comparecencia de Venezuela ante la Corte.

 Hay que dejarse de “actitudes retrecheras o soberbias”.

 

Los delegados del oficialismo, responsabilizados para este delicado caso litigioso, hoy más que nunca, deben obligarse (y abrirse) a consultar a expertos y estudiosos para concordar la más idónea y conveniente posición que asumirá el Estado venezolano; porque, estamos conscientes que obligantemente debe sostenerse, y llevarse este caso, como un Asunto de Estado y no como acto de gobierno

 

Por lo pronto, se nos ocurre que podemos jugar, simultáneamente, en dos tableros: Pendientes para dar respuestas oportunas y contundes por las incursiones armadas y por las operaciones de las empresas transnacionales en nuestra extensión atlántica; al mismo tiempo, prepararnos para las fases de prueba y alegaciones con nuestros irrebatibles Justos Títulos traslaticios.

 ¡Claro que lo podemos hacer ¡.

 

Los reclamos de restitución que hemos sostenido, desde hace más de un siglo, no están anclados en una malcriadez diplomática o en algún capricho nacional y menos en empecinamientos injustificados.

 Estamos obligados y dispuestos –razonablemente—a repensar y a analizar (una y muchas veces) cómo   rediseñar las mejores estrategias a que haya lugar para que se cumplan los objetivos de reivindicación venezolanista por parte del Cuerpo Jurisdicente.

Como quedó dicho, el 11 de agosto de 2025 será propicia la ocasión para presentar nuestras pruebas. Debemos partir y basamentarnos en el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966, único documento con pleno vigor jurídico en el cual se rechaza la causa inexistente e inválida que ha utilizado Guyana para pedir en su escrito; donde reposiciona – con trampa procesal- el írrito y nulo de nulidad absoluta Laudo Arbitral de París de 1899.

La Estrategia siguiente de nuestra parte consistirá  en  mostrar y demostrar ante el honorable jurado que estamos asistidos por  la Real Cédula de Carlos III, del 8 de septiembre de 1777, con la cual se crea la Capitanía General de Venezuela; donde se establece taxativamente que la extensión territorial que nos corresponde, desde esa fecha, por el costado este abarca hasta la mitad del río Esequibo; del mismo modo, exponer la ratificación que de tal hecho se suscribió en el “Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela” el 30 de marzo de 1845, cuando España nos reconoce la Independencia.

Añádase a lo anterior el denominado “Tratado de partición por cuencas” de 1859, entre Brasil y Venezuela. Y obviamente, explayaremos, como prueba, toda la fortaleza cartográfica que nos respalda desde el primer mapeado de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, de 1775.

 

sábado, 4 de enero de 2025

 

Guayana Esequiba: ¿Qué nos asiste para la fase de pruebas?

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

En el asunto controversial, suficientemente conocido, la contraparte sabe que somos poseedores de los documentos que nos acreditan el dominio absoluto sobre la extensión territorial que han venido ocupando y usufructuando ilegal e ilegítimamente.

Aunque algunos sujetos internacionales y países (hasta ayer amigos de Venezuela) se pronuncien en respaldo a Guyana --por marcados intereses económicos, sin dudas-- nuestra contención siempre ha tenido suficiente asidero jurídico, cartográfico e histórico y la entereza moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie.

A propósito del presente pleito centenario que sostenemos por el arrebato que nos perpetraron por el costado este, durante las últimas cuatro décadas he tenido la posibilidad de intercambiar opiniones con muchísimos sectores, sobre cómo seguir encarando este asunto litigioso, que ya se encuentra – precisamente- a nivel de la Corte Internacional de Justicia, donde se dirimirá en sus distintos trayectos procesales.

 

Por cierto, la delegación de Venezuela debe comparecer el 11 de agosto del presente año, con la finalidad de exponer y consignar su respectiva dúplica, en tanto y en cuanto acervo de probanza en el juicio que cursa.

 

En los distintos eventos desarrollados, sobre todo durante el año que acaba de concluir, en varias universidades del país, en los medios de comunicación social, en las plataformas digitales; a través de video-conferencias y eventos presenciales; asimismo, visitando los propios espacios fronterizos y a través de las redes sociales conseguimos y escuchamos de todo.

 

Me permito resumir, señaladamente, que hay un denso bastión de compatriotas que conforman una interesante masa opinática; quienes a cada instante afilan con osadía y   agudeza sus criterios al respecto y publican las propuestas que ellos consideran justas para resolver la controversia, en espera de la más acertada determinación que pueda tomar el jefe de Estado, para beneficio de nuestro país.

Nos preguntan con insistencia por qué tiene que ser de esa manera.

Lo hemos respondido bastantes veces.

La última palabra de la próxima asistencia o no comparecencia de nuestra delegación ante la Sala Juzgadora la dicta el jefe de Estado; porque es materia de su exclusiva reserva constitucional, conforme al artículo 236 de nuestra Carta Magna.

 

Con todos los especialistas en esta contención --con quienes hemos cruzado ideas de los probables acontecimientos subsiguientes-- coincidimos en señalar que hay que reflexionar “en frío” la posible comparecencia de Venezuela ante la Corte.

 Hay que dejarse de “actitudes retrecheras o soberbias”.

 

Los delegados del oficialismo, responsabilizados para este delicado caso litigioso, hoy más que nunca, deben obligarse (y abrirse) a consultar a expertos y estudiosos para concordar la más idónea y conveniente posición que asumirá el Estado venezolano; por cuanto, estamos conscientes que obligantemente debe sostenerse, en este caso, un Asunto de Estado y no actos de gobierno

 

Por lo pronto, se nos ocurre que podemos jugar, simultáneamente, en tres tableros: pendientes para dar respuestas oportunas y contundes, por las incursiones armadas en nuestra extensión atlántica; también, la salida conversacional directa con la contraparte (privilegiando lo transigible y conciliable); al mismo tiempo, prepararnos para las fases de prueba y alegaciones con nuestros irrebatibles Justos Títulos traslaticios.

Claro que lo podemos hacer. -

 

Los reclamos de restitución que hemos sostenido, desde hace más de un siglo, no están anclados en una malcriadez diplomática o en algún capricho nacional y menos en empecinamientos injustificados.

 Estamos obligados y dispuestos –razonablemente—a repensar y a analizar (una y muchas veces) cómo   rediseñar las mejores estrategias a que haya lugar para que se cumplan los objetivos de reivindicación y restitución venezolanista por parte del Cuerpo Jurisdicente.

Como quedó dicho. Para el 11 de agosto de 2025, para la ocasión de presentar nuestras pruebas, debemos partir y basamentarnos en el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966, único documento con pleno vigor jurídico en el cual se rechaza la causa inexistente e inválida que ha utilizado Guyana para pedir en su escrito; reposicionando – con trampa procesal- el írrito y nulo de nulidad absoluta Laudo Arbitral de París de 1899.

Estrategia siguiente, mostrar y demostrar ante el honorable jurado la Real Cédula de Carlos III, del 8 de septiembre de 1777, con la cual se crea la Capitanía General de Venezuela; donde se establece taxativamente que la extensión territorial que nos corresponde, desde esa fecha, por el costado este abarca hasta la mitad del río Esequibo; del mismo modo, exponer la ratificación que de tal hecho se suscribió en el “Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela” el 30 de marzo de 1845, cuando nos reconoce la Independencia.

Añádase a lo anterior el denominado “Tratado de partición por cuencas” de 1859, entre Brasil y Venezuela. Y obviamente, explayaremos como prueba toda la fortaleza cartográfica que nos respalda desde el primer mapeado de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla, de 1775.