La universidad: hacedora de
disenso fértil.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Confieso el inmenso agrado que siento cada vez
que selecciono el tópico universitario para nuestras reflexiones.
Repensar, con plena libertad, cualquier aspecto
de la Universidad nos produce una inmensa satisfacción.
Ni más ni menos, porque soy una hechura de los
espacios universitarios: esa institución, algunas veces, inmerecidamente esclerosada;
como en condición de postración: rendida o humillada.
En la Universidad se persigue, como Principio:
crear, re-crear, preservar, difundir y legitimar los conocimientos. Esa debe
ser su dinámica indetenible.
La universidad ha resistido los embates desde
diversos lados.
Algunos temerarios desearían que la
Universidad desaparezca. Otros, no pocos, apelan a los ardides más
inimaginables para intentar “arrodillarla”; porque creen que así responderìa a
sus específicos intereses ideológicos.
La universidad por su pura y clásica
definición jamás estará al servicio caprichoso de parcelas, y menos hará juegos
a conveniencias individualistas. Tal vez, por eso, su fama bien ganada de
irreverente, protestaria y crítica. Pues sépase, que así la queremos y
necesitamos: en permanente ebullición de ideas; que afloren y develen exquisitos
escenarios para las constantes confrontaciones plurales.
Asumimos la motivación para repensarla, a
partir de enjundiosos debates contentivos de lo que ha sido y cómo debería ser
la Universidad.
Cometeríamos un inaceptable error si le
cerramos la posibilidad a sus disímiles miradas, y menos apocar sus horizontes.
Nuestra perspectiva académica apunta en otro
sentido: resensibilizar, desde adentro, para desplegar serias actividades de
transformación. No es poca cosa. Lo sabemos. Hay demasiados asuntos álgidos en
estos tiempos de cambios acelerados.
Si somos autocríticos empecemos por reconocer
que estamos obligados a salir de este atolladero. Que a nadie se le ocurra que
la solución, en lo inmediato, es nombrar una comisión de reforma universitaria.
De lo que se trata es Transformar; que es adentrarnos mucho más allá de las formas.
Transformar, con libertad y autenticidad.
Hay que dejar atrás, suficientemente lejos, a
tantos que han vegetado (y medrado) por años en las universidades. Que jamás se
han atrevido a propiciar nada que vaya a contracorriente de lo estandarizado.
De lo que alguna vez fue legitimado y que ya se ha vuelto disfuncional e
impracticable.
Los colapsos que hoy aquejan a la universidad
conspiran para que se comprenda que estamos inmersos en una sociedad que valora
intensamente las múltiples posibilidades generadoras de conocimientos: fuente
sustantiva de sus propias realizaciones, y de crecimiento de la sociedad. Porque
las ignorancias tienen un alto precio. Las ignorancias se pagan carísimo.
La invitación continúa abierta para que,
anudemos dos previsibles estrategias en los espacios universitarios:
Pensamiento Crítico y Libertad; lo cual no es ni pecaminoso ni ingenuo. Por
cuanto Pensamiento Crítico y Libertad conforman una síntesis intrínseca en la
universidad; eso la hace indoblegable e insumisa.
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